“Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:14-15 LBLA)
“Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8 LBLA)Antes de empezar, conviene notar que al comparar con otras expresiones bíblicas el lago de fuego equivale al Gehena de los evangelios. La diferencia de uso entre ambas expresiones está en el público a quien iba dirigido. Cuando Jesús estuvo en la tierra advirtió sobre el Gehena, un lugar ubicado en Jerusalén y muy conocido por los judíos; lugar que Jesús utilizó para representar la destrucción completa de cuerpo y alma (Mateo 10:28). En cambio, cuando el Señor dio las revelaciones en Apocalipsis (después de la destrucción de Jerusalén), utiliza lago del fuego, un símbolo más apropiado por ser entendido por todos los creyentes, fueran judíos o gentiles. Así, el término Gehena fue dirigido exclusivamente a los judíos, mientras que lago de fuego lo es para la Iglesia universal; pero ambas expresiones significan básicamente lo mismo.
Por otra parte, también conviene recordar que Apocalipsis es un libro muy característico por su abundante simbología, donde en muy pocas ocasiones se acompaña del significado. Así, es de lo más natural que lago de fuego sea la representación de otra cosa ¿Representación de qué? El mismo contexto en dos ocasiones declara que es “la muerte segunda”, pero solo cuando se asocia con el destino de criaturas humanas (Apocalipsis 20:14-15; 21:8). En los demás casos no lo hace, probablemente por tratarse de la bestia, el falso profeta y el diablo (Apocalipsis 19:19-21; 20:10), símbolos o personajes que no experimentan una muerte previa.
¿Qué es la muerte segunda?
La expresión muerte segunda aparece cuatro veces en Apocalipsis. Además de las dos ocasiones donde se le identifica con el lago de fuego, también se menciona cuando se dice que los que venzan en la fe “no sufrirá daño de la muerte segunda” (Apocalipsis 2:11); y al decir que “la segunda muerte no tiene potestad” sobre aquellos “que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).
Para entender mejor la muerte segunda hemos de recordar que la primera muerte es la consecuencia del pecado que todos hemos recibimos del primer hombre, Adán (Romanos 5:12) La primera muerte es temporal; una muerte que a veces se califica como sueño (Juan 11:11-14; Hechos 7:60; 1 Corintios 11:30; 15:6; 1 Tesalonicenses 4:13), y de la que todos despertarán cuando ocurra la resurrección de justos e injustos (Juan 5:28-29; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:20-23; Apocalipsis 20:11-15).
Tras esa resurrección general, acontece lo que comúnmente se conoce como el Juicio Final, un juicio donde se decidirá el destino final de cada uno: “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29; 2 Pedro 2:9; Romanos 2:5); o como dice el propio Apocalipsis: donde unos serán inscritos en el libro de la vida y los demás son destinados al lago de fuego, es decir, la muerte segunda. (Apocalipsis 20:12-14)
Llegados a este punto, es importante saber que a esta condenación o muerte segunda también se refiere Jesús en otros términos cuando dice: "No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tengan miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena" (Mateo 10:28 BLPH) Es interesante la distinción que se hace entre la muerte que no afecta al alma y la muerte que sí afecta al alma hasta el punto de destruirla; lo cual revela que hay una muerte definitiva donde no hay posibilidad de retorno.
Por tanto, si la primera muerte (donde desaparece el cuerpo pero se conserva el alma) se caracteriza por la interrupción de pensamientos y sentimientos (Salmos 146:4; Eclesiastés 9:5), en la muerte segunda el alma es destruida (se elimina todo registro de rasgos, características y vivencias particulares que conforman la individualidad de una persona), retornando así a la condición de inexistencia que había antes de su inicio. Por tanto, la muerte segunda es la destrucción del alma, la muerte que conduce a la inexistencia eterna de aquellos que resulten condenados en el día del juicio.
El hecho de que el lago de fuego representa la total destrucción, es reforzado por la declaración de que “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14) Esto quiere decir que la primera muerte dejará de funcionar. A partir de entonces nadie morirá por el pecado heredado de Adán. Pero esta afirmación también encierra la imposibilidad de que el lago de fuego sea un lugar literal. Hasta donde sabemos, la Muerte y el Hades no son cuerpos combustibles. La conclusión razonable que se desprende es que la Muerte y el Hades sencillamente dejan de existir, al igual que todos aquellos que no estén inscritos en el libro de la vida.