¿En qué consiste andar por fe?
Se dice que para subir al cielo el cristiano necesita tener dos alas, una es la fe y la otra el amor. Son dos cualidades fundamentales si queremos tener la aprobación de Dios.
En este artículo se tratará cómo andar por fe. La expresión “vivir o andar por fe” está contenida en 2 Corintios 5:6-7, que dice: “Por eso vivimos siempre confiados, pues sabemos que mientras estemos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor, porque vivimos por la fe, no por la vista”. Pablo está diciendo que, a pesar de que físicamente estamos ausentes del Señor, vivimos confiados en él, porque los cristianos vivimos por la fe, no por vista.
Y es que, aun no siendo fácil, el andar por fe es más necesario que nunca, ya que el mundo en que vivimos está dirigido por Satanás y nos ofrece un sinfín de estímulos visibles que atraen nuestros ojos, y cuyo propósito es alejar a la gente de Dios. Por eso, debemos saber en qué consiste andar por fe. En pocas palabras, se puede decir que “andar por fe” es vivir teniendo muy presente la voluntad de Dios. Esto se entiende mejor al considerar algunos cuantos ejemplos donde la fe se manifiesta.
• Hebreos 11:6 dice: “Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan”
Así que, para agradar a Dios, primero hemos de creer que Dios existe, pero este versículo va más allá, afirma que Dios recompensa a quienes le buscan; pero hay una condición: debemos de creer que es así. Cuando creemos que Dios recompensa nuestro interés en encontrarlo, es cuando así sucede. Dios se dejará encontrar si lo buscamos ¡pero sólo cuando lo creemos de verdad! De esto podemos concluir lo siguiente: No solo hemos de creer en Dios, sino sobre todo hemos de creer a Dios. No basta con creer que Dios existe, sino hemos de creerle a Él cuando nos habla a través de su palabra ¿Y qué nos dice Su palabra?
• Salmo 32:8 dice “Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti” (Salmo 32:8); Job 34:21 también dice: “Los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre, y todos sus pasos él ve”
Si Dios nos dice que ve todos nuestros pasos, hemos de creer que así es, que es tanto su interés en nosotros que estamos bajo su atenta mirada. Si nos dice que nos enseñará el camino en que debemos andar, debemos creer que así es.
Así, andar por fe implica estar totalmente convencidos de que Él sabe lo que más nos conviene y que puede dirigir nuestra vida, sabiendo que nunca nos pedirá que hagamos algo que no podamos hacer o que nos perjudique.
• Salmos 147:11 dice: “el Señor se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor”; Lamentaciones 3:25 también dice: “Bueno es Jehová con quien pone sus esperanzas en él, con quien no deja de buscarlo”
Vivir por fe es temer a Dios más que al hombre. Es el temor por desagradar a Dios. Por ejemplo, si la palabra de Dios nos dice cómo proceder en algún asunto, y sin embargo la opinión popular dice otra cosa, actuamos con temor a Dios cuando le obedecemos a Él en lugar de a los hombres, que es como hicieron los apóstoles Pedro y Juan ante el Sanedrín judío (Hechos 4:19-20).
Es interesante que el texto también nos dice que Dios se complace “en los que confían en su gran amor” Otra vez tenemos la idea de que no solo hemos de creer que Dios existe, sino que también hemos de creer lo que nos dice, en este caso, su gran amor que siente por nosotros.
• Alguien que demostró esta clase de temor a Dios fue José, el hijo de Jacob. Él dijo lo siguiente a la esposa de su patrón:
“En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?” (Gen 39:9)
Aquí tenemos a José rechazando varias veces la invitación de la esposa de Potifar para acostarse con ella (Gen 39:7-16) José fue fiel a Dios a pesar de estar solo en una nación que no adoraba al Dios verdadero. Tenía claro que Dios desaprobaba el adulterio y actuó en consecuencia. Así, otro modo de andar por fe también se demuestra cuando rechazamos la tentación, evitando el pecado.
• Y ahora llegamos a Jesús. La palabra de Dios nos dice que hemos de ser seguidores de Jesús. Cuando Jesús fue transfigurado a la vista de algunos apóstoles, sucedió una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco. ¡Escúchenlo!» (Mateo 17:5). Es la voluntad de Dios que escuchemos a Jesús, o como dice otra traducción: “prestarle atención constante”, porque ‘quien ha visto a Jesús ha visto al Padre’ (Juan 14:9)
Para los cristianos, el modo de andar por fe es “seguir sus huellas” (1 Pe 2:21 BLA). Las huellas de Jesús están grabadas en los evangelios y podemos seguirlas mediante obedecer sus dichos y seguir su ejemplo. O como dice 1 Juan 2:6: “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo”.
Es interesante saber que, al igual que nosotros, la mayoría de los cristianos del primer siglo no vieron a Jesús; sin embargo, a estos el apóstol Pedro les dijo: “Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y, aunque no lo ven ahora, creen en él” (1 Pe 1:8) Nosotros también podemos creer y amar a Jesús a pesar de no haberle visto. Esto es andar por fe.
¿Cómo aumentar la fe?
No cabe duda de que para vivir con fe de estas maneras mencionadas se necesita una fe fuerte, una fe constante, y para ello es imprescindible desarrollar algunos hábitos en nuestra vida diaria. Pero antes hemos de tener en cuenta que la fe no es estática, sino dinámica. Esto quiere decir que la fe constantemente se está moviendo en un sentido o en otro. O bien está creciendo, o bien disminuye y se atrofia. No importa cuánto tiempo llevemos de conocer a Dios, nunca podremos decir que ya tenemos suficiente fe. Así que, siempre hemos de alimentar y fortalecer nuestra fe, y principalmente lo haremos mediante estos tres hábitos fundamentales:
Leer y meditar la palabra de Dios
Veamos el primero de ellos leyendo Romanos 10:17, que dice: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”
Así es, nuestra fe necesita estar fundada en la palabra de Cristo; por lo que, leer la Biblia es esencial para desarrollar y mantener nuestra fe. Tengamos en cuenta que en el mundo somos influidos constantemente por ideas o distracciones que nos alejan de Dios. Por eso, si queremos andar por fe, debemos apartar un tiempo para leer y meditar en la Biblia y especialmente en los evangelios, de modo que nos dejemos influir por la palabra de Dios.
A tal fin, debemos hacer nuestro el mandato que leemos en Josué 1:8, que dice: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito”. Así que, para alcanzar una fe más fuerte debemos tener el hábito de leer y meditar en la Palabra de Dios; es decir, escuchar lo que Dios nos quiere decir.
Hablar con Dios en oración
“Al mismo tiempo, sigan orando en toda ocasión con el espíritu, haciendo todo tipo de oraciones y ruegos. Y con ese fin manténganse despiertos” (Efesios 6:18)
¡Cuán importante es la oración! Comunicarnos con Dios en oración es un medio imprescindible para fortalecer nuestra fe, ya que hablamos con Dios, a Quien no podemos ver.
Fijémonos si es importante la oración, que se nos dice que oremos en toda ocasión, y haciendo todo tipo de oraciones; como por ejemplo: oraciones de alabanza movidos por las grandes y maravillosas cualidades de Dios, oraciones de gratitud por todo lo que tenemos y recibimos de Dios, y por supuesto, oraciones de petición de acuerdo con la voluntad de Dios. Todos estos tipos de oraciones nos acercan más a Dios, y sin duda aumentará nuestra fe.
Y hablando de aumentar la fe, veamos Lucas 17:5: “Entonces los apóstoles le pidieron al Señor: Danos más fe”. O cuando un hombre exclamó a Jesús: “¡Tengo fe! Pero ¡ayúdame a tener más fe!”. (Marcos 9:24) Tanto los “apóstoles” como este hombre tenían cierta medida de fe, pero comprendían que no era suficiente ¿Y qué hicieron? Pedir a Jesús directamente que les diera más fe ¿Sentimos nosotros de igual modo? Entonces pidamos a Dios que nos dé más fe, una petición que seguramente habremos de hacer constantemente.
Efectuar actos de obediencia
«Sin embargo, alguien dirá: «Tú tienes fe y yo tengo obras» Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras» (Stg. 2.18)
Muchas veces se compara la fe a un músculo, que se fortalece mediante el ejercicio. Así, la fe que crece y se fortalece es aquella que está en acción, que se ejercita por medio de efectuar actos de obediencia a Dios. De hecho, la única fe genuina es la que se manifiesta obedeciendo a Dios.
Así que, debemos poner nuestra fe en acción, y para ello no nos faltarán oportunidades para hacerlo. Por ejemplo:
• Ejercemos fe en Dios cuando dedicamos tiempo para escuchar Su palabra.
• Cuando le hablamos en oración.
• Al compartir nuestras creencias con los demás.
• Cuando escogemos obedecer a Dios antes que a los hombres.
• Cuando no sucumbimos al pecado.
• Al buscar la dirección de Dios.
• También al cultivar el fruto del espíritu santo.
• Y ejercemos fe cuando obedecemos las enseñanzas de Jesús.
Cuando todo esto lo hacemos para agradar a Dios entonces son actos de fe que a su vez resultará en una fe fortalecida.
Pedro anda por las aguas
Finalmente veremos un ejemplo bíblico donde ver la diferencia entre andar por fe y andar por vista (2 Cor 5:7) Se trata del apóstol Pedro que una vez logró “andar por fe” de forma literal! Leamos este pasaje:
En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. (Mt 14:22-32)
Cuando Pedro ve a Jesús andar sobre el mar, le surge el deseo de hacer lo mismo y pide a Jesús que le mande ir a él sobre las aguas. Cuando Jesús le llama, actúa con confianza y literalmente “anda por fe” sobre las aguas. Pero al poco se fija en la fuerza del viento, y ese fue el momento exacto en que deja de andar por fe y empieza a andar por vista ¿Por qué le pasó esto? Porque la fe le sostuvo mientras enfocaba su atención en Jesús quién le daba confianza, pero cuando cambia su atención a los peligros del mar, entonces le entra la duda y pierde la fe que tenía inicialmente, y comienza a hundirse. Pedro hubo de aprender que tenía que permanecer enfocado a Jesús, sin dejar que ninguna circunstancia externa desviara su atención.
Lo mismo nos pasa a nosotros. La vida cristiana es una carrera de fe, y para llegar a la meta tenemos que hacer lo que nos dice Hebreos 12:1-2: “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. O como dice Colosenses 3:2 “Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Así que, aprendemos que no es asunto de enfocarse en Dios alguna que otra vez, sino, de ser perseverantes, de mantener la atención en las cosas de arriba. Por lo tanto, nuestro principal pensamiento debe estar puesto en Jesús y preguntarnos: En la situación que estoy ¿qué quiere Dios que haga? ¿qué haría Jesús en mi lugar? Y entonces actuar en consecuencia.
Claro, sabemos que no es fácil. Si nuestra mente se ocupa sobre todo en el mundo y las cosas materiales, andar por fe se hace muy difícil. Nos hundiremos con facilidad en un mar de dudas, al igual que el apóstol Pedro. Sin embargo, si poco a poco percibimos la realidad espiritual, si ponemos los ojos en Jesús y dejamos que el espíritu de Dios guie nuestras vidas; entonces llegaremos a experimentar la vida que realmente lo es, las cosas que son verdaderas y eternas, de manera que podamos decir igual que Pablo en 2 Corintios 4:18: “Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”.