Sus escritos registraron las creencias practicadas universalmente por los cristianos después de la muerte de los apóstoles. Esto es de mucha transcendencia porque nos revela el “curso de acción” de las primeras generaciones de cristianos en cuanto a sus ordenanzas y su aplicación de mandamientos bíblicos. Es decir, se trata de los comentarios cristianos más próximos en el tiempo a las enseñanzas originales de Jesucristo y, por esa razón, los más fiables.
También es muy importante fijarnos en la motivación que tenían al escribir. ¿Intentaban establecer enseñanzas que justificaran sus actos o preferencias doctrinales, como sucede con algunos comentaristas actuales? ¿O más bien los movía un interés genuino y sincero de transmitir la verdad de Cristo? Los escritores primitivos demostraron su honestidad e integridad de su fe, y esto lo vemos al acercarnos a sus vidas y constatar su disposición a renunciar a todo por Cristo; a sufrir encarcelamientos, torturas e incluso la muerte.
Veamos el testimonio de los cristianos primitivos sobre el divorcio y las segundas nupcias:
“Sobre la castidad, [Cristo] dijo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno (Mt 5:28-29). Y el que se casa con una divorciada de otro marido, comete adulterio (Mt 5:32) (...). Así, para nuestro Maestro, no sólo son pecadores los que contraen doble matrimonio conforme a la ley humana, sino también los que miran a una mujer para desearla. No sólo rechaza al que comete adulterio de hecho, sino también al que lo querría, pues ante Dios son patentes tanto las obras como los deseos. Entre nosotros hay muchos y muchas que, hechos discípulos de Cristo desde la niñez, permanecen incorruptos hasta los sesenta y los setenta años, y yo me glorío que los puedo mostrar de entre toda raza humana.” (Justino Mártir, 160 d.C.)
“Todos los que han estado casados en dos ocasiones por la ley humana, son pecadores a la vista de nuestro Maestro.” (Justino Mártir, 160 d.C.)
“…o hay que permanecer tal como uno nació, o hay que casarse una sola vez. El segundo matrimonio es un adulterio decente. Dice la Escritura: “el que deja a su mujer y se casa con otra, comete adulterio” (Mt 19:9; Mc 10:11), no permitiendo abandonar a aquella cuya virginidad uno deshizo, ni casarse de nuevo…” (Atenágoras, 177 d.C.)
“Que la escritura aconseja el matrimonio y no permite deshacerse de tal unión expresamente está contenido en la ley, “No repudiarás a tu esposa, excepto por causa de fornicación.” Esto se refiere a la fornicación del matrimonio del cónyuge separado mientras que el otro está vivo… El que toma una mujer repudiada, comete adulterio.” (Clemente de Alejandría, 195 d.C.)
“Siendo un hereje, por su misma naturaleza… mantiene matrimonios repetidos.” (Tertuliano, 197 d.C.)
“El Señor sostiene más agradable que el matrimonio no debería contraerse, que el que nada debe disolverse. En resumen, Él prohíbe el divorcio, excepto por causa de fornicación.” (Tertuliano, 205 d.C.)
“Cristo prohíbe el divorcio, diciendo: "El que repudia a su mujer y se casa, comete adulterio. Y cualquiera que se casa con una mujer repudiada por su marido también comete adulterio." Con el fin de prohibir el divorcio, Él declara ilegal casarse con una mujer que ha sido repudiada.” (Tertuliano, 205 d.C.)
Sostengo, pues, que había una condición en la prohibición que ahora hacía del divorcio: el caso en cuestión era que un hombre repartía a su esposa con el propósito expreso de casarse con otra... Es decir, la razón por la cual una mujer no debe ser despedida - para obtener otra esposa... Permanente es el matrimonio que no está bien disuelto. Por lo tanto, casarse mientras el matrimonio no se ha disuelto es cometer adulterio. Dado que, por lo tanto, su prohibición del divorcio era condicional, Él no lo prohibió absolutamente. Y lo que Él no prohibió en absoluto, e permitido en algunas ocasiones - cuando hay una ausencia de la causa por la que Él dio su prohibición. (Tertuliano, 207 d.C.)
“Lo que Dios juntó, no lo separe ningún hombre… ni magistrado ni ningún otro poder. Porque Dios, quien los juntó, es mayor en poder que todo lo demás que uno pudiera nombrar o aun imaginar.” (Orígenes, 225 d.C.)
“Ahora, contrario a lo que fue escrito, algunas de las reglas de la iglesia han permitido a una mujer casarse mientras su esposo estaba vivo, obrando contrario a lo que estaba escrito: Una mujer casada está sujeta todo el tiempo que su esposo viva.” (Orígenes, 245 d.C.)
“Una esposa no debe separarse de su esposo. O si se separa, debe permanecer sin casarse.” (Cipriano, 250 d.C.)
“El que se casa con una mujer divorciada es un adúltero.” (Lactancio, 304-313 d.C.)