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lunes, 21 de agosto de 2017

¿Qué es el “fuego eterno”?

Hay algunos pasajes en la Biblia que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” como el destino de los que finalmente son desaprobados por Dios. Estos pasajes suelen ser utilizados como apoyo bíblico al infierno tradicional. Según los defensores de esta enseñanza, la expresión “fuego eterno” evoca el sufrimiento eterno que el fuego llameante causa a todas las personas que son arrojadas allí. Los pasajes a los que hacemos referencia son:
Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12)
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.” (Mateo 18:8)
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles […] E irán éstos al castigo eterno” (Mateo 25:41, 46)
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” (Marcos 9:43, 45, 47, 48)*
* No se incluyen los versículos 44 y 46 porque es un hecho reconocido que no están en los mejores manuscritos; por lo que deben omitirse. De todos modos, el mensaje de estos versículos se repite en el versículo 48.
Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Lucas 3:17)
Si nos detenemos un poco, al leer estos pasajes notamos aspectos ajenos a nuestra experiencia: ojos que hacen tropezar; la necesidad de cortar manos, pies y ojos, un gusano que no muere, etc.

Es evidente que estos pasajes contienen figuras retóricas que no pueden ser tomadas literalmente; pasajes que por sí solos carecen de un claro significado; y por tanto, necesitan una explicación satisfactoria. Por eso, teniendo en cuenta los términos simbólicos que le rodean, tenemos razones, para al menos, dudar de que “fuego eterno” sea una figura literal. Pero ¿Existen argumentos bíblicos que sean concluyentes en ese sentido? Sí, precisamente mediante el último pasaje que contiene la expresión “fuego eterno”:
como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” (Judas 7) 
Aquí tenemos una referencia a un relato bíblico que conocemos bien y no tenemos ninguna dificultad en entender. El castigo a Sodoma y Gomorra se describe en los capítulos 18 y 19 de Génesis. Ahí nos dice que, cuando el pecado de Sodoma y Gomorra se hizo ‘insoportable y gravísimo’ (Génesis 18:20), Dios decidió castigar a sus habitantes haciendo “llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, de parte del Señor desde los cielos”  (Génesis 19:24)

Así que, al mismo fuego que llovió sobre Sodoma y Gomorra, Judas lo denomina “fuego eterno”. ¿Quiere decir que este fuego ha seguido ardiendo desde entonces? La evidencia no puede ser más irrefutable: Nadie puede señalar ningún fuego ardiendo en esas ciudades, ni ahora, ni en los días de Judas.

Así pues, dado que no podemos tomarla como una expresión literal ¿A qué se refería Judas al hablar del “castigo del fuego eterno”? ¿En qué consistió dicho castigo? El relato de Génesis es muy claro al respecto:
porque vamos a destruir este lugar […], Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Génesis 19:13)
Jehová va a destruir esta ciudad” (Génesis 19:14)
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego […] y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (Génesis 19:24-25)
cuando destruyó Dios las ciudades […], y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción” (Génesis 19:29) 
El mismo Jesús declaró: “mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” (Lucas 17: 29)

Y el apóstol Pedro dijo: “[Dios] condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Pedro añade el importante detalle de que la destrucción se realizó hasta que las ciudades quedaron ‘reducidas a ceniza’.

Todo el testimonio bíblico manifiesta de manera incuestionable que el propósito de llover “del cielo fuego y azufre” sobre Sodoma y Gomorra fue la completa destrucción de las ciudades hasta ‘reducirlas a ceniza. En eso consistió el castigo; nada que ver con experimentar sufrimiento eterno en un fuego literal.

Un ejemplo más

La interpretación del “fuego eterno” de Sodoma y Gomorra no es un caso aislado. En el Antiguo Testamento encontramos al menos, otro ejemplo que ilustra este uso simbólico:
Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.” (Jeremías 17:27) 
Con estas palabras, el profeta Jeremías estaba anunciando a su pueblo que si no obedecían, Dios haría “descender fuego” que “no se apagará” sobre Jerusalén. Ese castigo finalmente se ejecutó cuando tiempo después, los babilonios “quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables” (2 Crónicas 36:19) De nuevo tenemos que la expresión ‘fuego que no se apagará’ no puede interpretarse literalmente, por la sencilla razón de que, si fuéramos a Jerusalén comprobaríamos que ese fuego literal no existe; y por tanto, hace mucho que se apagó. Otra vez comprobamos que el propósito de aquel fuego fue consumir los palacios de Jerusalén; es decir, para su total destrucción.

Conclusión bíblica

Siempre que necesitemos aclarar el significado de alguna expresión bíblica, debemos acudir a la palabra de Dios y dejar sea la misma Biblia quien se interprete a sí misma. Así lo hacemos cuando comparamos con otros pasajes que mencionan el mismo asunto, y cuando permitimos que los pasajes que son claramente comprensibles arrojen luz sobre los pasajes un tanto oscuros en su significado.

De ese modo, comprobamos que todos los pasajes mencionados al principio del artículo, y que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7), de ningún modo se han de entender como un lugar literal donde el fuego arde continuamente.

La evidencia perceptible junto con el indudable testimonio bíblico nos enseña que, tanto el “fuego eterno” que ‘redujo a ceniza’ a Sodoma y Gomorra, como el fuego que “no se apagará” que ‘consumió’ a Jerusalén, son expresiones que, lejos de entenderse literalmente, son hipérboles (exageraciones) que tienen el sentido de completa destrucción.

¿Dónde fue nuestro primer padre al morir?

Es importante examinar qué enseña la Biblia sobre la muerte del primer hombre, y ver qué nos dice, si hay mención o siquiera una ligera connotación de un lugar infernal de sufrimiento eterno. Sin duda, este sería el mejor caso para presentar el infierno tradicional, ya que Adán fue el primer hombre; y sobre todo, porque por su transgresión, la humanidad ha estado bajo condenación y muerte (Leer Romanos 5:15-19)

Primero, notemos la advertencia que Dios le dio si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal:

[Dios] le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás»”  (Génesis 2:16-17 NVI)
Si Dios hubiera utilizado el infierno como amenaza intimidatoria, esa sería la ocasión perfecta. No le hubiera dicho: 'si comes ciertamente morirás', sino: 'si comes serás atormentado en el fuego por toda la eternidad'. De ser cierto el infierno, esta advertencia hubiera sido sin duda mucho más eficaz y de mayor intimidación que la simple muerte.

Ahora notemos lo que Dios le dijo después de que Adán pecara:

"Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás." (Génesis 3:19)
Si de verdad Dios hubiera preparado el infierno de sufrimiento eterno, no habría sentenciado que ‘volvería al polvo’, sino que ‘estaría sufriendo por toda la eternidad’. Por tanto, el hecho de no mencionarle al primer hombre el castigo del infierno, tanto al avisarle, como al dictar su sentencia; es una razón más para concluir que Dios no tenía ni concebía para sus criaturas un castigo semejante.

Por otra parte, la Biblia declara que la humanidad ha heredado el pecado y la muerte de Adán:
Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12)
por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte”  (Romanos 5:17) 
Si tenemos en cuenta que “una sola transgresión [la de Adán] causó la condenación de todos” y “por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores” (Romanos 5:17-19) ¿Cómo van a ser castigados en sufrimiento eterno los descendientes de Adán, cuando el principal responsable de que el pecado se haya introducido a toda la humanidad, ni siquiera recibió ni el aviso ni la sentencia de dicho castigo? Obviamente, en la mente de Dios nunca existió el infierno tradicional.




 

martes, 15 de agosto de 2017

10 razones que apagan la doctrina del infierno

La doctrina del infierno afirma que los pecadores son castigados por Dios a sufrir la tortura sensitiva de arder en el fuego por toda la eternidad. Es llamativo que quienes enseñan la doctrina del infierno en su enunciado básico, encuentran bastante dificultad en pronunciarse sobre las implicaciones que forzosamente lleva consigo esta doctrina:

• Que Dios es quien ha concebido, planeado y decidido este tipo de castigo.
• Que Dios transforma la naturaleza física de los condenados, de manera que experimenten la agonía de quemarse permanentemente pero sin llegar a la muerte.
• Que en el transcurso de la eternidad, Dios jamás intervendrá para detener ese sufrimiento, sin importar los ruegos de los torturados.
• Que Dios establece un castigo eterno a unas criaturas que ni siquiera pudieron decidir su propio nacimiento.
• Que Dios ni siquiera puede lamentarse por la situación final de sus criaturas; de lo contrario, sería reconocer que es un castigo excesivo.
• Que aunque la práctica del pecado haya ocurrido en una corta vida, el castigo recibido es por toda la eternidad.
• Que no se tiene en cuenta el tipo de pecados cometidos; ni tampoco si estaba advertido del castigo en el infierno; el tormento que se aplica es el mismo en cualquier caso.


Esto es lo que supone la doctrina del infierno; pero ¿Es real? ¿Es eso lo que enseña la Biblia?

1) Infringir sufrimiento eterno es lo más alejado del amor de Dios

Cuando se examina el enunciado de la doctrina del infierno es indudable que plantea cuestiones muy inquietantes sobre la naturaleza moral de Dios; por eso debemos preguntarnos: ¿Concuerda con lo que dice la Biblia sobre la personalidad de Dios?

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios adopta una actitud muy cruel hacia los desobedientes. En cambio, la Biblia afirma que Diosno deja de mostrar su bondad hacia los vivos y los muertos”, “es bueno para con todos” y “bondadoso para con los ingratos y perversos” (Rut 2:20; Salmos 145:9; Lucas 6:35)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ha de recordar y vengar eternamente la desobediencia de sus criaturas. En cambio, la Biblia afirma que Dios es clemente y compasivo y rico en misericordia (2 Crónicas 30:9; Efesios 2:4)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios abandonará a los pecadores al sufrimiento eterno. En cambio, la Biblia nos dice que Dios no exterminó ni abandonó a los israelitas que no cesaron de pecar y blasfemar contra Él en el desierto (Nehemías 9:18-31)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios jamás escuchará los ruegos de los atormentados. En cambio, la Biblia nos dice que Dios se conmovió por el ruego, y oyó la súplica de alguien que Le ofendió en gran manera (2 Crónicas 33:12-13)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ni siquiera podrá lamentarse por la situación agónica de sus criaturas. En cambio, la Biblia dice que ‘Él se arrepiente de infligir el mal’ (Joel 2:13)

- La doctrina del infierno atribuye a Dios un comportamiento inconcebible para cualquier padre humano. En cambio, Jesús dice que ‘nadie es bueno, sino sólo Dios’ (Marcos 10:18)
 
En definitiva, la doctrina del infierno plantea perversas insinuaciones sobre Dios, que expuestas a la luz de la Biblia se revelan entre las más grandes blasfemias originadas por el padre de la mentira, el diablo (Juan 8:44) Quizá esto ya sea suficiente para rechazar tal creencia; pero si aún quedan dudas, esto debe servir para querer investigar la veracidad de una doctrina que afecta enormemente nuestro concepto sobre Dios.

Más información: El infierno: lo más alejado del amor de Dios


2) Sentenciar al tormento eterno es contrario a la justicia de Dios

La doctrina del infierno también plantea serias dudas sobre la justicia de Dios. Por ejemplo, no parece justo que a quien desobedezca durante una corta vida se le aplique un castigo que se prolongue por toda la eternidad. En cambio, la Biblia frecuentemente ensalza la justicia de Dios con declaraciones como estas: ‘todos sus caminos son rectitud; es justo y recto’, “ama la justicia y el derecho”, “es justo, y en él no hay injusticia” (Deuteronomio 32:4; Salmos 33:5; 92:15) Por eso, ¿Quién tiene razón: la doctrina del infierno o la Biblia?

- La doctrina del infierno supone, que sin importar el tipo de pecado o su gravedad, todos recibirán la misma sentencia. Así, un delincuente común recibiría idéntico castigo que alguien que hubiera decidido la muerte de millones de personas. En cambio, la Biblia enseña que la aplicación de un castigo debe ser proporcional a la culpa, siguiendo el principio legal de “ojo por ojo, diente por diente” (Deuteronomio 19:21) Por ejemplo, la Ley de Dios estipulaba que cuando un malhechor merecía ser azotado, debía ser “con el número de azotes de acuerdo con su culpa” (Deuteronomio 25:2) También se aprecia cuando David clama a Dios por un castigo equitativo a los inicuos: “Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; dales su merecido conforme a la obra de sus manos” (Salmos 28:4) Y continua con Jesús, ya que, cuando venga con sus ángeles, “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27)

- La doctrina del infierno también implica que se decide el mismo castigo incluso para quienes han sido ignorantes de la voluntad de Dios. Sin embargo, Jesús mostró lo contrario cuando en una de sus parábolas transmitió esta enseñanza: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco” (Lucas 12:47-48) Es evidente que para Jesús, pecar por ignorancia no es lo mismo que hacerlo conociendo la voluntad de Dios, por lo que, la ignorancia es un atenuante que disminuye la pena.

Visto esto, la doctrina del infierno no satisface los baremos de la justicia de Dios; ni siquiera satisface los criterios de jueces humanos. Ningún juez humano es capaz de dictaminar una sentencia más injusta como la que hay en la doctrina del infierno; pero eso, es pertinente lo que pregunta la Biblia: “¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?” (Job 4:17) “¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto?” (Romanos 9:14) Esta es otra razón para rechazar esta doctrina; pero si aún quedan dudas, debería servir para investigar la base bíblica de una doctrina que tanto afecta nuestra opinión sobre Dios.

Más información: El infierno: lo opuesto a la justicia de Dios

3) ¿Qué dice la Biblia sobre el destino de los inicuos?

La Biblia es bastante clara cuando menciona el destino de los inicuos. Al leerla de principio a fin encontramos numerosas declaraciones como estas:

el homicida morirá” (Números 35:16, 17, 18, 30 RV60)
cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24:16 RV60)
Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos” (1 Samuel 12:25 NVI)
Mas el hombre morirá, y será cortado” (Job 14:10 RV60)
el malo es preservado en el día de la destrucción” (Job 21:30 RV60)
Bajan al sepulcro los malvados” (Salmos 9:17)
los malignos serán destruidos” (Salmos 37:9)
Pues de aquí a poco no existirá el malo” (Salmos  37:10 RV60)
Mas los impíos perecerán” (Salmos 37:20 RV60)
los maldecidos por El [Señor] serán exterminados” (Salmos 37:22)
los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta” (Salmos 73:27 RV60)
todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente” (Salmos 92:7)
Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser” (Salmos 104:35 RV60)
El Señor…, a todos los impíos destruirá” (Salmos 145:20)
el que menosprecia sus caminos morirá” (Proverbios 19:16 RV60)
él morirá por su maldad” (Ezequiel 3:19, 20 RV60)
Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás” (Ezequiel 33:8 RV60)
si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3,5)
se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá” (2 Tesalonicenses 2:8)
negarán al Señor…, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1)
Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2:12)


… y así encontramos más de 146 citas donde se muestra que el destino de los inicuos es, o bien la muerte, o destrucción, o sepulcro, o perdición, o consumición; en resumen: la inexistencia absoluta. En ninguna de estas referencias bíblicas hay la más mínima mención o sugerencia de sufrimiento eterno en medio del fuego. Tan solo se menciona la ausencia de vida.

En cambio, la enseñanza del infierno pretende apoyarse en unas 18 citas. No solo existe una clara diferencia numérica entre ambos grupos de citas; sino que, mucho más significativa es la diferencia en el tipo de lenguaje empleado. Si leemos los pasajes utilizados para el infierno tradicional, notamos que se suelen expresan mediante figuras alegóricas y simbolismos, tal como ‘sacarse ojos y cortarse pies y manos’, ‘refrescar con un dedo mojado a quien está en llamas’, ‘beber vino del furor de Dios’, ‘adorar a la Bestia y a su imagen’, etc. (Mateo 5:29-30; 18:8-9; Lucas 16:23-28; Apocalipsis 14:9-11) Este tipo de lenguaje se presta a varias interpretaciones; y por tanto, carece de garantía para fundamentar una doctrina. En claro contraste, el conjunto de 146 citas bíblicas se expresan en un lenguaje literal y entendible que no ofrece dudas en su significado. En su gran mayoría son expresiones explícitas que señalan a la ausencia de vida como el destino de los inicuos.


4) La recompensa de los justos y el castigo de los inicuos

Además de la multitud de citas bíblicas que hablan del destino de los inicuos, hay un grupo de pasajes que comparten una interesante peculiaridad: La de comparar la recompensa que tienen los justos, en directo contraste con el castigo que les espera a los inicuos. Si buscamos en la Biblia todas las ocasiones donde aparece vida o vida eterna como recompensa en contraposición a un castigo, encontramos que hay un buen número de citas bíblicas; como por ejemplo:

Como la justicia conduce a la vida, así el que sigue el mal lo hace para su muerte.” (Proverbios 11:19 RV60)

Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21:8 RV60)

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan 12:25 RV60)

Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” (Gálatas 6:8 BLS)

Es muy obvio que cuando la Biblia contrasta la recompensa de los justos con el castigo de los inicuos lo hace en los términos de vida y muerte. Prácticamente en todos estos pasajes, el concepto o mención del infierno brilla por su ausencia, algo del todo incompresible si la enseñanza del infierno fuera verdadera; y mucho más, cuando Dios sabe que la mayoría de personas van por el camino de la perdición (Mateo 7:13-14) Para cualquier padre de familia, se hace inconcebible que Dios no avise a sus criaturas hasta la saciedad y de forma absolutamente clara sobre un castigo tan enorme y espantoso como el que proclaman los defensores del infierno; algo que sí hace cuando se trata de la recompensa de vida eterna a los justos. Una razón más para entender que se trata de una enseñanza falsa.


5) La sentencia al primer pecador

Si tuviéramos que elegir un único caso para considerar cuál es el destino de los pecadores, sin duda sería el caso de Adán, el primer hombre desaprobado por Dios. Adán no sólo atrajo ante sí la condena divina, sino que es el principal responsable de introducir el pecado y la muerte en la humanidad (Romanos 5:15-19) Siendo un caso tan relevante ¿Qué nos dicen las Escrituras?

Sobre las consecuencias de desobedecerle, Dios le advirtió: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17 NVI); pero una vez que Adán desobedeció, Dios le sentenció de la siguiente manera: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19)

El caso del primer hombre es sin duda el ideal para establecer un castigo ejemplarizante para toda la humanidad, a fin de que todos los descendientes de Adán tuviéramos muy presente el destino de los que eligen desobedecer a Dios ¿Y cuál es ese destino? Morir y convertirse en polvo. Ni en el momento de la advertencia, ni después de declarar la sentencia, Dios no expresó nada que remotamente hiciera pensar en un castigo de sufrimiento eterno, sencillamente porque eso nunca existió en su mente.


6) El pecado es absuelto con la muerte

En el capítulo seis de Romanos, Pablo expone las distintas consecuencias de estar esclavizados al pecado y la de estar consagrados al servicio de Dios ¿Qué revela este capítulo sobre la doctrina del infierno?

En Romanos 6:7 Pablo declara esta norma divina: “el que muere, queda absuelto de su pecado” (BNC); o como dice otra versión: “el que ha muerto ya no es deudor del pecado” (PER); es decir, a la vista de Dios, el pecado queda saldado con la muerte; por lo tanto, si con la muerte se paga la culpa del pecado ¿Cómo cabe imaginar que Dios aplique a alguien un segundo castigo infinitamente más severo por una culpa de la que ya fue absuelto?

Además, Pablo señala de forma inequívoca que las obras del pecado “conducen a la muerte”, y el servicio a Dios “conduce a la vida eterna”; o como dice al final: “la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna” (Romanos 6:20-23) El destino del pecador es sólo la muerte. No se dice nada que haga sugerir un castigo de sufrimiento eterno; algo inexplicable sobre todo porque se menciona la eternidad como premio en la vida de los justos, pero muy significativamente se omite al hablar del destino de los pecadores. En este largo pasaje incomprensiblemente el concepto del infierno tradicional brilla por su ausencia, por la sencilla razón de que era ajeno a la enseñanza del apóstol.


7) ¿Qué es el “fuego eterno”?

Las expresión “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” que aparece en algunos pasajes no se puede entender como un fuego literalmente eterno o inextinguible (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7) La evidencia bíblica para esta afirmación la tenemos en Judas 7 al decir que Sodoma y Gomorra sufrieron “el castigo del fuego eterno”; y es obvio que ese fuego se extinguió mucho antes de escribirse esas palabras; por tanto, “fuego eterno” tiene otro sentido.

El significado bíblico de “fuego eterno” se extrae del propio relato de Génesis, cuando dice que Dios “hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego”, “y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades” (Génesis 19:24-25); y de las palabras de Pedro, al mencionar que Dios “condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Los habitantes de Sodoma y Gomorra no fueron atormentados eternamente en un fuego eterno; sino que fueron destruidos por la acción del fuego; un fuego que se extinguió cuando todo quedó ‘reducido a cenizas’. Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas y desaparecieron para siempre. El fuego que las destruyó se extinguió, pero el efecto destructivo permaneció para siempre; es en ese sentido que fue un “fuego eterno.

Más información: ¿Qué es el “fuego eterno”?

8) El Gehena

Cuando Jesús habló del Gehena se refería a un lugar concreto de Jerusalén que por mucho tiempo se utilizaba como un gran basurero, donde el fuego destruía cualquier desperdicio, incluidos cadáveres de animales y criminales. En ese lugar nunca se arrojaban personas con vida para que fueran quemadas, por lo tanto no podía representar un lugar donde personas con vida fueran atormentadas.

En Mateo 10:28 Jesús revela el significado de sus referencias al Gehena. Ahí dice que es un lugar donde se puede destruir tanto el alma como el cuerpo. Esto da a entender que Jesús habló del Gehena en sentido metafórico para representar la destrucción completa de los inicuos, ya que ese era el efecto de lo que sucedía en aquel gran basurero; y así lo entendieron quienes le escucharon.

Más información: ¿Qué es el Gehena del que habló Jesús?

9) El lago de fuego y la muerte segunda

La expresión “lago de fuego” solo aparece en Apocalipsis, un libro muy característico por su abundante simbología. Así, “lago de fuego” no es un lugar literal, sino que representa lo que el mismo Apocalipsis denomina como “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14; 21:8). Los arrojados allí experimentarán una segunda muerte, y muerte es lo contrario de vida; lo que hace imposible que alguien esté vivo y sufra conscientemente.

La Biblia enseña que “la muerte segunda” corresponde a la destrucción del alma que dijo Jesús en Mateo 10:28, la muerte definitiva de aquellos que resulten condenados en el día del juicio (2 Pedro 2:9; Apocalipsis 20:11-15). Por lo tanto, en lo que concierne a la humanidad, el lago de fuego no transmite en absoluto la idea de sufrimiento eterno, sino que representa la muerte que conduce a la inexistencia eterna.


10) La parábola del rico y Lázaro

A veces se utiliza el relato bíblico del rico y Lázaro para probar la existencia de un lugar de tormento como destino de los inicuos. Pero cuando se examina detalladamente se hace evidente que estamos ante una parábola alegórica, un relato que utiliza personajes y sucesos irreales para enseñar una verdad espiritual. Jesús dirigió esta parábola expresamente a los fariseos (Lucas 16:13-15) únicamente para enseñarles que no debían confiar en sus riquezas, sino que la salvación estaba en obedecer la palabra de Dios expresada por Moisés y los profetas (Lucas 16:29).

A fin de transmitirles eficazmente esta enseñanza, Jesús se valió de las creencias supersticiosas que los mismos fariseos tenían sobre los muertos. Por eso, los elementos que conforman la parábola de ninguna forma pueden tomarse como reales, y mucho menos hacerlos servir como fundamento para una doctrina. Esto es especialmente así, cuando se tiene en cuenta que dichos elementos supersticiosos contradicen frontalmente la enseñanza que recorre toda la Biblia a través de más de 130 versículos, y que de forma inequívoca y literal señalan que el destino final de los inicuos no es el sufrimiento eterno, sino la inexistencia absoluta.

Más información: El rico y Lázaro






jueves, 10 de agosto de 2017

La recompensa de los justos y el castigo de los inicuos

Dios les dijo a los israelitas:
Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:15-19 RV60)

Dios puso a los israelitas a elegir entre dos opciones: la recompensa por obedecerle o el castigo por desobedecerle. En el caso de los que amaran a Dios y anduvieran en sus caminos y mandamientos, la recompensa sería la vida; pero a quienes se inclinaran y sirvieran a otros dioses, el castigo sería la muerte. Observamos que en un mismo pasaje, la palabra de Dios presenta un contraste entre el destino de los obedientes y los desobedientes, y comprobamos que el destino a los desobedientes no es un estado de tortura corporal eterna, sino simplemente la muerte. Si en realidad el infierno fuera el destino para los practicantes de graves pecados, y ya que Dios estaba avisando del resultado entre uno u otro derrotero ¿Por qué no les advirtió que serían castigados con arder eternamente en el fuego? Sencillamente porque la idea que transmite la doctrina del infierno nunca existió en la mente de Dios.

Si nos fijamos, este pasaje tiene la interesante peculiaridad de exponer a la vez tanto la recompensa a los justos como el castigo a los malhechores. Este es un enfoque bíblico muy significativo porque nos ayuda mucho a determinar la veracidad de la doctrina del infierno. Y no se trata de un pasaje aislado. Si buscamos en la Biblia todas las ocasiones donde aparece vida o vida eterna como recompensa en contraposición a un castigo, encontramos que hay un buen número de citas bíblicas. Es muy interesante examinar estos pasajes para descubrir en qué consiste el castigo de los inicuos en contraposición a la recompensa de la vida.
Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.” (Proverbios 11:19 RV60)
El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte.” (Proverbios 14:27 RV60)
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Daniel 12:2 RV60)
Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21:8 RV60)
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46 RV60)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16 BJ3)
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:36 RV60)
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a juicio, mas pasó de muerte a vida” (Juan 5:24 RV2)
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”(Juan 5:29 RV60)
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:28 RV60)
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan 12:25 RV60)
el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego” (Romanos 2:6-10 RV60)
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Romanos 5:21 RV60)
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23 RV60)
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2 RV60)
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” (Romanos 8:6 RV60)
a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:16 RV60)
Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” (Gálatas 6:8 BLS)
Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.” (1 Juan 5:16 RV60)
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.” (Mateo 18:9 RV60)
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9:43, 45 RV60)

Como se aprecia, en la gran mayoría de las citas (concretamente 14) se establece la comparación entre la recompensa de la vida o la vida eterna con el castigo de la muerte. De las restantes citas, algunas definen el castigo como “vergüenza y confusión perpetua”, “castigo eterno”, “juicio”, “condenación e ira” y “enojo” (Daniel 12:2; Mateo 25:46; Juan 5:24, 29; Romanos 2:6-10); expresiones que son compatibles con el concepto de muerte o inexistencia; y solo hay dos (Mateo 18:9; Marcos 9:43, 45) que incluyen el concepto del infierno de fuego dentro de un lenguaje simbólico cuya explicación se considera en el artículo: ¿Qué es el “fuego eterno”?. Es muy obvio que cuando la Biblia contrasta la recompensa de los justos con el castigo de los inicuos lo hace en los términos de vida y muerte. Prácticamente en todos estos pasajes, el concepto o mención del infierno brilla por su ausencia, algo que sería del todo incompresible si la enseñanza del infierno fuera auténtica. 

Nuestro Padre celestial y Jesucristo se han preocupado de que la humanidad tenga clara conciencia de que el resultado de vivir en obediencia a Dios es la vida eterna; así se evidencia en multitud de pasajes bíblicos; pero en sobresaliente contraste, no hay ni un solo versículo donde aparezca la expresión “tortura eterna” o “sufrimiento eterno” como castigo a los desobedientes; incluso, en aquellos textos que pueden sugerir la doctrina del infierno, estos nunca se expresan de manera clara y explícita.

Jesucristo dijo que la mayoría de las personas van por el camino de la perdición (Mateo 7:13-14) Si la doctrina del infierno fuera cierta ¿Por qué la palabra de Dios es tan explícita y tan frecuente en la recompensa de vida eterna que Dios ha preparado a los pocos que se van a salvar, y en cambio no se expresa de igual modo sobre el presunto castigo infernal que recibirían la mayoría de las personas? La razón es sencilla: la doctrina del infierno no es bíblica, sólo existe en el ámbito de la tradición humana.





viernes, 7 de julio de 2017

¿Creía Pablo en el infierno tradicional?

En el capítulo 6 de su carta a los romanos, Pablo contrasta la esclavitud al pecado con la obediencia a la justicia. En este capítulo se hacen continuas referencias a las consecuencias de uno y otro proceder, y cobra especial interés saber qué dice sobre el destino de los que se conducen por el pecado. Consideremos varios pasajes:
Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado.”  (Romanos 6:6-7) 
Es muy interesante la norma divina: “el que muere queda liberado del pecado”; o como dice la traducción Nacar Colunga: “el que muere, queda absuelto de su pecado”. Si los inicuos cuando mueren quedan liberados del pecado. ¿Cómo es posible que después de morir, reciban otro castigo infinitamente más severo, por una culpa de la que ya han sido absueltos con la muerte?
“¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia.” (Romanos 6:16) 
Quien es esclavo del pecado es llevado a la muerte, no a un castigo de sufrimiento eterno.
Cuando ustedes eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la justicia. ¿Qué fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a la muerte! Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.” (Romanos 6:20-22) 
El fruto del pecado es vergonzoso y conduce a la muerte; el fruto de la justicia es la santidad y conduce a la vida eterna. Aquí hace una comparación de las consecuencias por seguir tras el pecado, o seguir tras la justicia. El resultado del pecado es la muerte, el resultado de la justicia es la vida eterna. Se menciona el concepto de eternidad, pero solo se aplica a los que siguen tras la justicia, no a quienes siguen tras el pecado. Para estos solo se menciona el concepto de muerte, no un estado de sufrimiento consciente y eterno.
Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Romanos 6:23) 
Aquí se resume el contraste de ambos resultados; pero además introduce un matiz interesante: La muerte es la paga del pecado; es decir, es la retribución justa que corresponde a quienes siguen tras el pecado. En cambio, la vida eterna no se ofrece como una retribución justa, sino como una dádiva o regalo que Dios da a quienes siguen tras la justicia.

Fijémonos bien: la vida eterna es el regalo para los justos, pero lo contrario de la vida, que es la muerte, es el destino de los pecadores. Si el infierno de sufrimiento eterno fuera una realidad, no se entendería que no se mencionara en este capítulo, y en concreto en este versículo, donde se introduce el concepto de la eternidad como la dádiva de Dios.

Por lo tanto, la lectura de este capítulo lleva a estas conclusiones:

No se hace ninguna mención de algo parecido a un castigo de sufrimiento eterno. En las cuatro ocasiones que señala el resultado del pecado, en todas ellas indistintamente se habla de muerte sin más.

Si Pablo hubiera sabido y creído en el concepto del infierno tradicional, sería inevitable que lo mencionara en este capítulo que habla de dos tipos de destino, el de pecadores y el de justos. El hecho de que no lo haga es evidencia de que esa enseñanza no existía en la mente del apóstol.

Y la norma de que “el que muere queda liberado del pecado”, deja sin ningún sentido la existencia del sufrimiento eterno como un segundo castigo por la misma culpa que ya ha sido absuelta.

Por lo tanto, a la luz de este pasaje queda excluida la idea del infierno tradicional de sufrimiento eterno.






martes, 8 de noviembre de 2016

El lago de fuego y la muerte segunda

La expresión “lago de fuego” aparece exclusivamente en el libro de Apocalipsis en seis ocasiones. Para el propósito de este artículo centraremos la atención en conocer lo que el lago de fuego significa para el ser humano:
Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:14-15 LBLA)
Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”  (Apocalipsis 21:8 LBLA)
Antes de empezar, conviene notar que al comparar con otras expresiones bíblicas el lago de fuego equivale al Gehena de los evangelios. La diferencia de uso entre ambas expresiones está en el público a quien iba dirigido. Cuando Jesús estuvo en la tierra advirtió sobre el Gehena, un lugar ubicado en Jerusalén y muy conocido por los judíos; lugar que Jesús utilizó para representar la destrucción completa de cuerpo y alma (Mateo 10:28). En cambio, cuando el Señor dio las revelaciones en Apocalipsis (después de la destrucción de Jerusalén), utiliza lago del fuego, un símbolo más apropiado por ser entendido por todos los creyentes, fueran judíos o gentiles. Así, el término Gehena fue dirigido exclusivamente a los judíos, mientras que lago de fuego lo es para la Iglesia universal; pero ambas expresiones significan básicamente lo mismo.

Por otra parte, también conviene recordar que Apocalipsis es un libro muy característico por su abundante simbología, donde en muy pocas ocasiones se acompaña del significado. Así, es de lo más natural que lago de fuego sea la representación de otra cosa ¿Representación de qué? El mismo contexto en dos ocasiones declara que es “la muerte segunda”, pero solo cuando se asocia con el destino de criaturas humanas (Apocalipsis 20:14-15; 21:8). En los demás casos no lo hace, probablemente por tratarse de la bestia, el falso profeta y el diablo (Apocalipsis 19:19-21; 20:10), símbolos o personajes que no experimentan una muerte previa.

¿Qué es la muerte segunda?

La expresión muerte segunda aparece cuatro veces en Apocalipsis. Además de las dos ocasiones donde se le identifica con el lago de fuego, también se menciona cuando se dice que los que venzan en la fe “no sufrirá daño de la muerte segunda” (Apocalipsis 2:11); y al decir que “la segunda muerte no tiene potestad” sobre aquellos “que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).

Para entender mejor la muerte segunda hemos de recordar que la primera muerte es la consecuencia del pecado que todos hemos recibimos del primer hombre, Adán (Romanos 5:12) La primera muerte es temporal; una muerte que a veces se califica como sueño (Juan 11:11-14; Hechos 7:60; 1 Corintios 11:30; 15:6; 1 Tesalonicenses 4:13), y de la que todos despertarán cuando ocurra la resurrección de justos e injustos (Juan 5:28-29; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:20-23; Apocalipsis 20:11-15).

Tras esa resurrección general, acontece lo que comúnmente se conoce como el Juicio Final, un juicio donde se decidirá el destino final de cada uno: “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29; 2 Pedro 2:9; Romanos 2:5); o como dice el propio Apocalipsis: donde unos serán inscritos en el libro de la vida y los demás son destinados al lago de fuego, es decir, la muerte segunda. (Apocalipsis 20:12-14)

Llegados a este punto, es importante saber que a esta condenación o muerte segunda también se refiere Jesús en otros términos cuando dice: "No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tengan miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena" (Mateo 10:28 BLPH) Es interesante la distinción que se hace entre la muerte que no afecta al alma y la muerte que sí afecta al alma hasta el punto de destruirla; lo cual revela que hay una muerte definitiva donde no hay posibilidad de retorno.

Por tanto, si la primera muerte (donde desaparece el cuerpo pero se conserva el alma) se caracteriza por la interrupción de pensamientos y sentimientos (Salmos 146:4; Eclesiastés 9:5), en la muerte segunda el alma es destruida (se elimina todo registro de rasgos, características y vivencias particulares que conforman la individualidad de una persona), retornando así a la condición de inexistencia que había antes de su inicio. Por tanto, la muerte segunda es la destrucción del alma, la muerte que conduce a la inexistencia eterna de aquellos que resulten condenados en el día del juicio.

El hecho de que el lago de fuego representa la total destrucción, es reforzado por la declaración de que “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14) Esto quiere decir que la primera muerte dejará de funcionar. A partir de entonces nadie morirá por el pecado heredado de Adán. Pero esta afirmación también encierra la imposibilidad de que el lago de fuego sea un lugar literal. Hasta donde sabemos, la Muerte y el Hades no son cuerpos combustibles. La conclusión razonable que se desprende es que la Muerte y el Hades sencillamente dejan de existir, al igual que todos aquellos que no estén inscritos en el libro de la vida.





viernes, 21 de octubre de 2016

¿Qué es el Gehena del que habló Jesús?

Con el fin de probar el infierno tradicional, a menudo se citan una serie de versículos referidos a la palabra Gehena; que en otras biblias tradicionalmente ha sido traducida por Infierno. Así, cuando en estos versículos leemos infierno, en realidad se trata del término gehena o gehenna. A continuación se citan estos versículos según la Biblia de Jerusalén, que lo translitera como gehenna; y la Reina Valera, que lo traduce como infierno:
Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego” (Mateo 5:22 BJ3) (“quedará expuesto al infierno de fuego” RVR60)
Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.” (Mateo 5:29-30 BJ3) (“y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” RVR60)
Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena.” (Mateo 10:28 BJ3; Lucas 12:5) (“temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” RVR60)
Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.” (Mateo 18:8-9 BJ3; Marcos 9:43, 45, 47) (“que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego” RVR60)
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito, y, luego de hecho, lo hacéis hijo de la gehenna dos veces más que vosotros!” (Mateo 23:15 BNC) (“le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” RVR60)
¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar de la condenación de la gehenna?” (Mateo 23:33 BJ3) (“¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” RVR60) 
La lengua es también fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos.” (Santiago 3:6 BJ3) (“inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” RVR60)
Lo primero que hemos de saber es que, Gehena era el nombre utilizado en tiempos de Jesús para referirse al Valle de Hinom (Nehemías 11:30, 2 Reyes 23:10), un valle ubicado al Sur de Jerusalén, y que desde el año 638 a.C. se convirtió en un enorme basurero, donde se quemaba todo tipo de basura, incluidos los cadáveres de animales y criminales ejecutados. A fin de consumir todos los desechos y evitar el hedor, el fuego era mantenido constantemente, incluso con azufre. Nada escapaba de la destrucción del Gehena; incluso los cadáveres que no eran alcanzados por el fuego finalmente eran devorados por los gusanos hasta dejar sólo los huesos.

Con la excepción de la mención en Santiago, en el Nuevo Testamento se habla del Gehena solo a los judíos. Los apóstoles Pedro, Juan y Pablo jamás mencionaron el Gehena en sus escritos.

Cuando Jesús habló del Gehena, quienes les escucharon sabían muy bien a qué se refería, precisamente por estar familiarizados con ese lugar; de modo que cuando escuchaban a Jesús nombrar Gehena, en sus mentes reproducían la imagen de ese vertedero gigante donde todo terminaba destruido por la acción del fuego y los gusanos.

Aquel lugar denominado Gehena que estuvo en activo en tiempos de Jesús, ha dejado de ser un vertedero llameante. Hoy en día podemos ver la ubicación física de ese lugar (dentro del círculo) y comprobar que el fuego que entonces ardía está ahora apagado.


De todo lo anterior podemos extraer estas conclusiones:

1) En esta serie de versículos, la palabra que pronunció Jesús no fue Infierno, sino Gehena, la cual tiene connotaciones distintas.

2) Al hablar de Gehena, Jesús NUNCA se refirió a ninguna región subterránea donde los inicuos son atormentados. Jesús hablaba del basurero de Jerusalén, el lugar donde se quemaban todos los desperdicios.


3) El lugar literal llamado Gehena dejó de existir hace mucho tiempo. Sus llamas se apagaron. Por eso, Jesús no pudo señalar al Gehena como destino literal de los malvados. Por lo tanto, Jesús utilizó ese lugar como una representación.


4) Todo lo que era arrojado al Gehena era materia sin vida. Nunca se echaba a ninguna persona con vida para que fuera quemada. Todos los cuerpos estaban muertos. Por eso, ese lugar nunca podía representar un estado donde la gente vive en medio del fuego.


5) También es muy significativo lo siguiente: Sólo los judíos conocían y podían entender lo que era el Gehena; y por eso, SÓLO a ellos se les habla del Gehena. A los gentiles jamás se les advierte de ser echados al Gehena; y esto hace del todo incompresible que se trate del destino universal de los inicuos.

Mateo 10:28 muestra la función del Gehena

El significado de Gehena solo lo encontramos en las palabras de Mateo 10:28. Ahí Jesús nos dice que hay que temer "a aquel que puede DESTRUIR el alma y el cuerpo en el infierno [o Gehena]" Así que, Jesús habló del Gehena en sentido metafórico para representar LA DESTRUCCIÓN COMPLETA, ya que ese era el efecto visible de todo lo que era arrojado en aquel gran basurero; y así lo entendieron todos los que lo escucharon.

Mateo 10:28 es la clave. Es el único versículo que describe la función de Gehena: destrucción de alma y cuerpo. Todos los demás versículos se limitan a advertir de ser arrojado allí.

Al examinar el resto de versículos salta a la vista su contenido simbólico. Por ejemplo, se habla de un ojo, una mano y un pie que hace tropezar (¿Un ojo hace tropezar y el otro no?) Se aconseja cortar una sola mano, un solo pie, o sacar un solo ojo para no ir al Gehena; se describe a un gusano que no muere (Mateo 5:29-30; 18:8-9; Marcos 9:43, 45, 47) Se dice que al Gehena irá quien llame renegado a alguien (Mateo 5:22), y de hacer a alguien hijo del Gehena (Mateo 23:15) Es evidente que estos pasajes contienen figuras retóricas que no pueden ser tomadas literalmente; pasajes que por sí solos carecen de un claro significado; y por tanto, necesitan una explicación satisfactoria. Lamentablemente, esta condición simbólica ha sido utilizada para construir la doctrina del infierno tradicional. Quienes así lo defienden suponen que ser arrojado “en el infierno de fuego” significa que los que estén allí sufrirán eternamente los tormentos del fuego. Pero ¿Dónde se dice que los que son arrojados allí están vivos en dolor perpetuo? En ningún lugar, solo está en la imaginación de quien lo lee con ideas preconcebidas.

En cambio, en Mateo 10:28 Jesús no introduce elementos simbólicos. Todo el versículo tiene una lectura literal, libre de suposiciones y conjeturas. Sabemos identificar lo que es el cuerpo y lo que es el alma; no hay duda de lo que significa matar el cuerpo; y entendemos perfectamente que DESTRUIR es la acción de eliminar para siempre. Notemos que Jesús diferencia entre la acción de matar por parte del hombre y destruir por parte de Dios. Y esto último es lo que simboliza el Gehena. En el Gehena no se mata a los inicuos, ni se les hace sufrir eternamente; sino que, después de ser juzgados son destruidos absoluta e irrevocablemente (Salmos 37:9).