lunes, 21 de agosto de 2017

¿Qué es el “fuego eterno”?

Hay algunos pasajes en la Biblia que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” como el destino de los que finalmente son desaprobados por Dios. Estos pasajes suelen ser utilizados como apoyo bíblico al infierno tradicional. Según los defensores de esta enseñanza, la expresión “fuego eterno” evoca el sufrimiento eterno que el fuego llameante causa a todas las personas que son arrojadas allí. Los pasajes a los que hacemos referencia son:
Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12)
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.” (Mateo 18:8)
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles […] E irán éstos al castigo eterno” (Mateo 25:41, 46)
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” (Marcos 9:43, 45, 47, 48)*
* No se incluyen los versículos 44 y 46 porque es un hecho reconocido que no están en los mejores manuscritos; por lo que deben omitirse. De todos modos, el mensaje de estos versículos se repite en el versículo 48.
Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Lucas 3:17)
Si nos detenemos un poco, al leer estos pasajes notamos aspectos ajenos a nuestra experiencia: ojos que hacen tropezar; la necesidad de cortar manos, pies y ojos, un gusano que no muere, etc.

Es evidente que estos pasajes contienen figuras retóricas que no pueden ser tomadas literalmente; pasajes que por sí solos carecen de un claro significado; y por tanto, necesitan una explicación satisfactoria. Por eso, teniendo en cuenta los términos simbólicos que le rodean, tenemos razones, para al menos, dudar de que “fuego eterno” sea una figura literal. Pero ¿Existen argumentos bíblicos que sean concluyentes en ese sentido? Sí, precisamente mediante el último pasaje que contiene la expresión “fuego eterno”:
como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” (Judas 7) 
Aquí tenemos una referencia a un relato bíblico que conocemos bien y no tenemos ninguna dificultad en entender. El castigo a Sodoma y Gomorra se describe en los capítulos 18 y 19 de Génesis. Ahí nos dice que, cuando el pecado de Sodoma y Gomorra se hizo ‘insoportable y gravísimo’ (Génesis 18:20), Dios decidió castigar a sus habitantes haciendo “llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, de parte del Señor desde los cielos”  (Génesis 19:24)

Así que, al mismo fuego que llovió sobre Sodoma y Gomorra, Judas lo denomina “fuego eterno”. ¿Quiere decir que este fuego ha seguido ardiendo desde entonces? La evidencia no puede ser más irrefutable: Nadie puede señalar ningún fuego ardiendo en esas ciudades, ni ahora, ni en los días de Judas.

Así pues, dado que no podemos tomarla como una expresión literal ¿A qué se refería Judas al hablar del “castigo del fuego eterno”? ¿En qué consistió dicho castigo? El relato de Génesis es muy claro al respecto:
porque vamos a destruir este lugar […], Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Génesis 19:13)
Jehová va a destruir esta ciudad” (Génesis 19:14)
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego […] y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (Génesis 19:24-25)
cuando destruyó Dios las ciudades […], y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción” (Génesis 19:29) 
El mismo Jesús declaró: “mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” (Lucas 17: 29)

Y el apóstol Pedro dijo: “[Dios] condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Pedro añade el importante detalle de que la destrucción se realizó hasta que las ciudades quedaron ‘reducidas a ceniza’.

Todo el testimonio bíblico manifiesta de manera incuestionable que el propósito de llover “del cielo fuego y azufre” sobre Sodoma y Gomorra fue la completa destrucción de las ciudades hasta ‘reducirlas a ceniza. En eso consistió el castigo; nada que ver con experimentar sufrimiento eterno en un fuego literal.

Un ejemplo más

La interpretación del “fuego eterno” de Sodoma y Gomorra no es un caso aislado. En el Antiguo Testamento encontramos al menos, otro ejemplo que ilustra este uso simbólico:
Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.” (Jeremías 17:27) 
Con estas palabras, el profeta Jeremías estaba anunciando a su pueblo que si no obedecían, Dios haría “descender fuego” que “no se apagará” sobre Jerusalén. Ese castigo finalmente se ejecutó cuando tiempo después, los babilonios “quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables” (2 Crónicas 36:19) De nuevo tenemos que la expresión ‘fuego que no se apagará’ no puede interpretarse literalmente, por la sencilla razón de que, si fuéramos a Jerusalén comprobaríamos que ese fuego literal no existe; y por tanto, hace mucho que se apagó. Otra vez comprobamos que el propósito de aquel fuego fue consumir los palacios de Jerusalén; es decir, para su total destrucción.

Conclusión bíblica

Siempre que necesitemos aclarar el significado de alguna expresión bíblica, debemos acudir a la palabra de Dios y dejar sea la misma Biblia quien se interprete a sí misma. Así lo hacemos cuando comparamos con otros pasajes que mencionan el mismo asunto, y cuando permitimos que los pasajes que son claramente comprensibles arrojen luz sobre los pasajes un tanto oscuros en su significado.

De ese modo, comprobamos que todos los pasajes mencionados al principio del artículo, y que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7), de ningún modo se han de entender como un lugar literal donde el fuego arde continuamente.

La evidencia perceptible junto con el indudable testimonio bíblico nos enseña que, tanto el “fuego eterno” que ‘redujo a ceniza’ a Sodoma y Gomorra, como el fuego que “no se apagará” que ‘consumió’ a Jerusalén, son expresiones que, lejos de entenderse literalmente, son hipérboles (exageraciones) que tienen el sentido de completa destrucción.

¿Dónde fue nuestro primer padre al morir?

Es importante examinar qué enseña la Biblia sobre la muerte del primer hombre, y ver qué nos dice, si hay mención o siquiera una ligera connotación de un lugar infernal de sufrimiento eterno. Sin duda, este sería el mejor caso para presentar el infierno tradicional, ya que Adán fue el primer hombre; y sobre todo, porque por su transgresión, la humanidad ha estado bajo condenación y muerte (Leer Romanos 5:15-19)

Primero, notemos la advertencia que Dios le dio si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal:

[Dios] le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás»”  (Génesis 2:16-17 NVI)
Si Dios hubiera utilizado el infierno como amenaza intimidatoria, esa sería la ocasión perfecta. No le hubiera dicho: 'si comes ciertamente morirás', sino: 'si comes serás atormentado en el fuego por toda la eternidad'. De ser cierto el infierno, esta advertencia hubiera sido sin duda mucho más eficaz y de mayor intimidación que la simple muerte.

Ahora notemos lo que Dios le dijo después de que Adán pecara:

"Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás." (Génesis 3:19)
Si de verdad Dios hubiera preparado el infierno de sufrimiento eterno, no habría sentenciado que ‘volvería al polvo’, sino que ‘estaría sufriendo por toda la eternidad’. Por tanto, el hecho de no mencionarle al primer hombre el castigo del infierno, tanto al avisarle, como al dictar su sentencia; es una razón más para concluir que Dios no tenía ni concebía para sus criaturas un castigo semejante.

Por otra parte, la Biblia declara que la humanidad ha heredado el pecado y la muerte de Adán:
Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12)
por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte”  (Romanos 5:17) 
Si tenemos en cuenta que “una sola transgresión [la de Adán] causó la condenación de todos” y “por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores” (Romanos 5:17-19) ¿Cómo van a ser castigados en sufrimiento eterno los descendientes de Adán, cuando el principal responsable de que el pecado se haya introducido a toda la humanidad, ni siquiera recibió ni el aviso ni la sentencia de dicho castigo? Obviamente, en la mente de Dios nunca existió el infierno tradicional.