lunes, 21 de agosto de 2017

¿Qué es el “fuego eterno”?

Hay algunos pasajes en la Biblia que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” como el destino de los que finalmente son desaprobados por Dios. Estos pasajes suelen ser utilizados como apoyo bíblico al infierno tradicional. Según los defensores de esta enseñanza, la expresión “fuego eterno” evoca el sufrimiento eterno que el fuego llameante causa a todas las personas que son arrojadas allí. Los pasajes a los que hacemos referencia son:
Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12)
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.” (Mateo 18:8)
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles […] E irán éstos al castigo eterno” (Mateo 25:41, 46)
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” (Marcos 9:43, 45, 47, 48)*
* No se incluyen los versículos 44 y 46 porque es un hecho reconocido que no están en los mejores manuscritos; por lo que deben omitirse. De todos modos, el mensaje de estos versículos se repite en el versículo 48.
Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Lucas 3:17)
Si nos detenemos un poco, al leer estos pasajes notamos aspectos ajenos a nuestra experiencia: ojos que hacen tropezar; la necesidad de cortar manos, pies y ojos, un gusano que no muere, etc.

Es evidente que estos pasajes contienen figuras retóricas que no pueden ser tomadas literalmente; pasajes que por sí solos carecen de un claro significado; y por tanto, necesitan una explicación satisfactoria. Por eso, teniendo en cuenta los términos simbólicos que le rodean, tenemos razones, para al menos, dudar de que “fuego eterno” sea una figura literal. Pero ¿Existen argumentos bíblicos que sean concluyentes en ese sentido? Sí, precisamente mediante el último pasaje que contiene la expresión “fuego eterno”:
como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” (Judas 7) 
Aquí tenemos una referencia a un relato bíblico que conocemos bien y no tenemos ninguna dificultad en entender. El castigo a Sodoma y Gomorra se describe en los capítulos 18 y 19 de Génesis. Ahí nos dice que, cuando el pecado de Sodoma y Gomorra se hizo ‘insoportable y gravísimo’ (Génesis 18:20), Dios decidió castigar a sus habitantes haciendo “llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, de parte del Señor desde los cielos”  (Génesis 19:24)

Así que, al mismo fuego que llovió sobre Sodoma y Gomorra, Judas lo denomina “fuego eterno”. ¿Quiere decir que este fuego ha seguido ardiendo desde entonces? La evidencia no puede ser más irrefutable: Nadie puede señalar ningún fuego ardiendo en esas ciudades, ni ahora, ni en los días de Judas.

Así pues, dado que no podemos tomarla como una expresión literal ¿A qué se refería Judas al hablar del “castigo del fuego eterno”? ¿En qué consistió dicho castigo? El relato de Génesis es muy claro al respecto:
porque vamos a destruir este lugar […], Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Génesis 19:13)
Jehová va a destruir esta ciudad” (Génesis 19:14)
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego […] y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (Génesis 19:24-25)
cuando destruyó Dios las ciudades […], y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción” (Génesis 19:29) 
El mismo Jesús declaró: “mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” (Lucas 17: 29)

Y el apóstol Pedro dijo: “[Dios] condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Pedro añade el importante detalle de que la destrucción se realizó hasta que las ciudades quedaron ‘reducidas a ceniza’.

Todo el testimonio bíblico manifiesta de manera incuestionable que el propósito de llover “del cielo fuego y azufre” sobre Sodoma y Gomorra fue la completa destrucción de las ciudades hasta ‘reducirlas a ceniza. En eso consistió el castigo; nada que ver con experimentar sufrimiento eterno en un fuego literal.

Un ejemplo más

La interpretación del “fuego eterno” de Sodoma y Gomorra no es un caso aislado. En el Antiguo Testamento encontramos al menos, otro ejemplo que ilustra este uso simbólico:
Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.” (Jeremías 17:27) 
Con estas palabras, el profeta Jeremías estaba anunciando a su pueblo que si no obedecían, Dios haría “descender fuego” que “no se apagará” sobre Jerusalén. Ese castigo finalmente se ejecutó cuando tiempo después, los babilonios “quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables” (2 Crónicas 36:19) De nuevo tenemos que la expresión ‘fuego que no se apagará’ no puede interpretarse literalmente, por la sencilla razón de que, si fuéramos a Jerusalén comprobaríamos que ese fuego literal no existe; y por tanto, hace mucho que se apagó. Otra vez comprobamos que el propósito de aquel fuego fue consumir los palacios de Jerusalén; es decir, para su total destrucción.

Conclusión bíblica

Siempre que necesitemos aclarar el significado de alguna expresión bíblica, debemos acudir a la palabra de Dios y dejar sea la misma Biblia quien se interprete a sí misma. Así lo hacemos cuando comparamos con otros pasajes que mencionan el mismo asunto, y cuando permitimos que los pasajes que son claramente comprensibles arrojen luz sobre los pasajes un tanto oscuros en su significado.

De ese modo, comprobamos que todos los pasajes mencionados al principio del artículo, y que hacen referencia al “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7), de ningún modo se han de entender como un lugar literal donde el fuego arde continuamente.

La evidencia perceptible junto con el indudable testimonio bíblico nos enseña que, tanto el “fuego eterno” que ‘redujo a ceniza’ a Sodoma y Gomorra, como el fuego que “no se apagará” que ‘consumió’ a Jerusalén, son expresiones que, lejos de entenderse literalmente, son hipérboles (exageraciones) que tienen el sentido de completa destrucción.

¿Dónde fue nuestro primer padre al morir?

Es importante examinar qué enseña la Biblia sobre la muerte del primer hombre, y ver qué nos dice, si hay mención o siquiera una ligera connotación de un lugar infernal de sufrimiento eterno. Sin duda, este sería el mejor caso para presentar el infierno tradicional, ya que Adán fue el primer hombre; y sobre todo, porque por su transgresión, la humanidad ha estado bajo condenación y muerte (Leer Romanos 5:15-19)

Primero, notemos la advertencia que Dios le dio si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal:

[Dios] le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás»”  (Génesis 2:16-17 NVI)
Si Dios hubiera utilizado el infierno como amenaza intimidatoria, esa sería la ocasión perfecta. No le hubiera dicho: 'si comes ciertamente morirás', sino: 'si comes serás atormentado en el fuego por toda la eternidad'. De ser cierto el infierno, esta advertencia hubiera sido sin duda mucho más eficaz y de mayor intimidación que la simple muerte.

Ahora notemos lo que Dios le dijo después de que Adán pecara:

"Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás." (Génesis 3:19)
Si de verdad Dios hubiera preparado el infierno de sufrimiento eterno, no habría sentenciado que ‘volvería al polvo’, sino que ‘estaría sufriendo por toda la eternidad’. Por tanto, el hecho de no mencionarle al primer hombre el castigo del infierno, tanto al avisarle, como al dictar su sentencia; es una razón más para concluir que Dios no tenía ni concebía para sus criaturas un castigo semejante.

Por otra parte, la Biblia declara que la humanidad ha heredado el pecado y la muerte de Adán:
Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12)
por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte”  (Romanos 5:17) 
Si tenemos en cuenta que “una sola transgresión [la de Adán] causó la condenación de todos” y “por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores” (Romanos 5:17-19) ¿Cómo van a ser castigados en sufrimiento eterno los descendientes de Adán, cuando el principal responsable de que el pecado se haya introducido a toda la humanidad, ni siquiera recibió ni el aviso ni la sentencia de dicho castigo? Obviamente, en la mente de Dios nunca existió el infierno tradicional.




 

martes, 15 de agosto de 2017

10 razones que apagan la doctrina del infierno

La doctrina del infierno afirma que los pecadores son castigados por Dios a sufrir la tortura sensitiva de arder en el fuego por toda la eternidad. Es llamativo que quienes enseñan la doctrina del infierno en su enunciado básico, encuentran bastante dificultad en pronunciarse sobre las implicaciones que forzosamente lleva consigo esta doctrina:

• Que Dios es quien ha concebido, planeado y decidido este tipo de castigo.
• Que Dios transforma la naturaleza física de los condenados, de manera que experimenten la agonía de quemarse permanentemente pero sin llegar a la muerte.
• Que en el transcurso de la eternidad, Dios jamás intervendrá para detener ese sufrimiento, sin importar los ruegos de los torturados.
• Que Dios establece un castigo eterno a unas criaturas que ni siquiera pudieron decidir su propio nacimiento.
• Que Dios ni siquiera puede lamentarse por la situación final de sus criaturas; de lo contrario, sería reconocer que es un castigo excesivo.
• Que aunque la práctica del pecado haya ocurrido en una corta vida, el castigo recibido es por toda la eternidad.
• Que no se tiene en cuenta el tipo de pecados cometidos; ni tampoco si estaba advertido del castigo en el infierno; el tormento que se aplica es el mismo en cualquier caso.


Esto es lo que supone la doctrina del infierno; pero ¿Es real? ¿Es eso lo que enseña la Biblia?

1) Infringir sufrimiento eterno es lo más alejado del amor de Dios

Cuando se examina el enunciado de la doctrina del infierno es indudable que plantea cuestiones muy inquietantes sobre la naturaleza moral de Dios; por eso debemos preguntarnos: ¿Concuerda con lo que dice la Biblia sobre la personalidad de Dios?

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios adopta una actitud muy cruel hacia los desobedientes. En cambio, la Biblia afirma que Diosno deja de mostrar su bondad hacia los vivos y los muertos”, “es bueno para con todos” y “bondadoso para con los ingratos y perversos” (Rut 2:20; Salmos 145:9; Lucas 6:35)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ha de recordar y vengar eternamente la desobediencia de sus criaturas. En cambio, la Biblia afirma que Dios es clemente y compasivo y rico en misericordia (2 Crónicas 30:9; Efesios 2:4)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios abandonará a los pecadores al sufrimiento eterno. En cambio, la Biblia nos dice que Dios no exterminó ni abandonó a los israelitas que no cesaron de pecar y blasfemar contra Él en el desierto (Nehemías 9:18-31)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios jamás escuchará los ruegos de los atormentados. En cambio, la Biblia nos dice que Dios se conmovió por el ruego, y oyó la súplica de alguien que Le ofendió en gran manera (2 Crónicas 33:12-13)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ni siquiera podrá lamentarse por la situación agónica de sus criaturas. En cambio, la Biblia dice que ‘Él se arrepiente de infligir el mal’ (Joel 2:13)

- La doctrina del infierno atribuye a Dios un comportamiento inconcebible para cualquier padre humano. En cambio, Jesús dice que ‘nadie es bueno, sino sólo Dios’ (Marcos 10:18)
 
En definitiva, la doctrina del infierno plantea perversas insinuaciones sobre Dios, que expuestas a la luz de la Biblia se revelan entre las más grandes blasfemias originadas por el padre de la mentira, el diablo (Juan 8:44) Quizá esto ya sea suficiente para rechazar tal creencia; pero si aún quedan dudas, esto debe servir para querer investigar la veracidad de una doctrina que afecta enormemente nuestro concepto sobre Dios.

Más información: El infierno: lo más alejado del amor de Dios


2) Sentenciar al tormento eterno es contrario a la justicia de Dios

La doctrina del infierno también plantea serias dudas sobre la justicia de Dios. Por ejemplo, no parece justo que a quien desobedezca durante una corta vida se le aplique un castigo que se prolongue por toda la eternidad. En cambio, la Biblia frecuentemente ensalza la justicia de Dios con declaraciones como estas: ‘todos sus caminos son rectitud; es justo y recto’, “ama la justicia y el derecho”, “es justo, y en él no hay injusticia” (Deuteronomio 32:4; Salmos 33:5; 92:15) Por eso, ¿Quién tiene razón: la doctrina del infierno o la Biblia?

- La doctrina del infierno supone, que sin importar el tipo de pecado o su gravedad, todos recibirán la misma sentencia. Así, un delincuente común recibiría idéntico castigo que alguien que hubiera decidido la muerte de millones de personas. En cambio, la Biblia enseña que la aplicación de un castigo debe ser proporcional a la culpa, siguiendo el principio legal de “ojo por ojo, diente por diente” (Deuteronomio 19:21) Por ejemplo, la Ley de Dios estipulaba que cuando un malhechor merecía ser azotado, debía ser “con el número de azotes de acuerdo con su culpa” (Deuteronomio 25:2) También se aprecia cuando David clama a Dios por un castigo equitativo a los inicuos: “Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; dales su merecido conforme a la obra de sus manos” (Salmos 28:4) Y continua con Jesús, ya que, cuando venga con sus ángeles, “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27)

- La doctrina del infierno también implica que se decide el mismo castigo incluso para quienes han sido ignorantes de la voluntad de Dios. Sin embargo, Jesús mostró lo contrario cuando en una de sus parábolas transmitió esta enseñanza: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco” (Lucas 12:47-48) Es evidente que para Jesús, pecar por ignorancia no es lo mismo que hacerlo conociendo la voluntad de Dios, por lo que, la ignorancia es un atenuante que disminuye la pena.

Visto esto, la doctrina del infierno no satisface los baremos de la justicia de Dios; ni siquiera satisface los criterios de jueces humanos. Ningún juez humano es capaz de dictaminar una sentencia más injusta como la que hay en la doctrina del infierno; pero eso, es pertinente lo que pregunta la Biblia: “¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?” (Job 4:17) “¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto?” (Romanos 9:14) Esta es otra razón para rechazar esta doctrina; pero si aún quedan dudas, debería servir para investigar la base bíblica de una doctrina que tanto afecta nuestra opinión sobre Dios.

Más información: El infierno: lo opuesto a la justicia de Dios

3) ¿Qué dice la Biblia sobre el destino de los inicuos?

La Biblia es bastante clara cuando menciona el destino de los inicuos. Al leerla de principio a fin encontramos numerosas declaraciones como estas:

el homicida morirá” (Números 35:16, 17, 18, 30 RV60)
cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24:16 RV60)
Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos” (1 Samuel 12:25 NVI)
Mas el hombre morirá, y será cortado” (Job 14:10 RV60)
el malo es preservado en el día de la destrucción” (Job 21:30 RV60)
Bajan al sepulcro los malvados” (Salmos 9:17)
los malignos serán destruidos” (Salmos 37:9)
Pues de aquí a poco no existirá el malo” (Salmos  37:10 RV60)
Mas los impíos perecerán” (Salmos 37:20 RV60)
los maldecidos por El [Señor] serán exterminados” (Salmos 37:22)
los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta” (Salmos 73:27 RV60)
todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente” (Salmos 92:7)
Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser” (Salmos 104:35 RV60)
El Señor…, a todos los impíos destruirá” (Salmos 145:20)
el que menosprecia sus caminos morirá” (Proverbios 19:16 RV60)
él morirá por su maldad” (Ezequiel 3:19, 20 RV60)
Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás” (Ezequiel 33:8 RV60)
si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3,5)
se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá” (2 Tesalonicenses 2:8)
negarán al Señor…, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1)
Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2:12)


… y así encontramos más de 146 citas donde se muestra que el destino de los inicuos es, o bien la muerte, o destrucción, o sepulcro, o perdición, o consumición; en resumen: la inexistencia absoluta. En ninguna de estas referencias bíblicas hay la más mínima mención o sugerencia de sufrimiento eterno en medio del fuego. Tan solo se menciona la ausencia de vida.

En cambio, la enseñanza del infierno pretende apoyarse en unas 18 citas. No solo existe una clara diferencia numérica entre ambos grupos de citas; sino que, mucho más significativa es la diferencia en el tipo de lenguaje empleado. Si leemos los pasajes utilizados para el infierno tradicional, notamos que se suelen expresan mediante figuras alegóricas y simbolismos, tal como ‘sacarse ojos y cortarse pies y manos’, ‘refrescar con un dedo mojado a quien está en llamas’, ‘beber vino del furor de Dios’, ‘adorar a la Bestia y a su imagen’, etc. (Mateo 5:29-30; 18:8-9; Lucas 16:23-28; Apocalipsis 14:9-11) Este tipo de lenguaje se presta a varias interpretaciones; y por tanto, carece de garantía para fundamentar una doctrina. En claro contraste, el conjunto de 146 citas bíblicas se expresan en un lenguaje literal y entendible que no ofrece dudas en su significado. En su gran mayoría son expresiones explícitas que señalan a la ausencia de vida como el destino de los inicuos.


4) La recompensa de los justos y el castigo de los inicuos

Además de la multitud de citas bíblicas que hablan del destino de los inicuos, hay un grupo de pasajes que comparten una interesante peculiaridad: La de comparar la recompensa que tienen los justos, en directo contraste con el castigo que les espera a los inicuos. Si buscamos en la Biblia todas las ocasiones donde aparece vida o vida eterna como recompensa en contraposición a un castigo, encontramos que hay un buen número de citas bíblicas; como por ejemplo:

Como la justicia conduce a la vida, así el que sigue el mal lo hace para su muerte.” (Proverbios 11:19 RV60)

Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21:8 RV60)

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan 12:25 RV60)

Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” (Gálatas 6:8 BLS)

Es muy obvio que cuando la Biblia contrasta la recompensa de los justos con el castigo de los inicuos lo hace en los términos de vida y muerte. Prácticamente en todos estos pasajes, el concepto o mención del infierno brilla por su ausencia, algo del todo incompresible si la enseñanza del infierno fuera verdadera; y mucho más, cuando Dios sabe que la mayoría de personas van por el camino de la perdición (Mateo 7:13-14) Para cualquier padre de familia, se hace inconcebible que Dios no avise a sus criaturas hasta la saciedad y de forma absolutamente clara sobre un castigo tan enorme y espantoso como el que proclaman los defensores del infierno; algo que sí hace cuando se trata de la recompensa de vida eterna a los justos. Una razón más para entender que se trata de una enseñanza falsa.


5) La sentencia al primer pecador

Si tuviéramos que elegir un único caso para considerar cuál es el destino de los pecadores, sin duda sería el caso de Adán, el primer hombre desaprobado por Dios. Adán no sólo atrajo ante sí la condena divina, sino que es el principal responsable de introducir el pecado y la muerte en la humanidad (Romanos 5:15-19) Siendo un caso tan relevante ¿Qué nos dicen las Escrituras?

Sobre las consecuencias de desobedecerle, Dios le advirtió: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17 NVI); pero una vez que Adán desobedeció, Dios le sentenció de la siguiente manera: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19)

El caso del primer hombre es sin duda el ideal para establecer un castigo ejemplarizante para toda la humanidad, a fin de que todos los descendientes de Adán tuviéramos muy presente el destino de los que eligen desobedecer a Dios ¿Y cuál es ese destino? Morir y convertirse en polvo. Ni en el momento de la advertencia, ni después de declarar la sentencia, Dios no expresó nada que remotamente hiciera pensar en un castigo de sufrimiento eterno, sencillamente porque eso nunca existió en su mente.


6) El pecado es absuelto con la muerte

En el capítulo seis de Romanos, Pablo expone las distintas consecuencias de estar esclavizados al pecado y la de estar consagrados al servicio de Dios ¿Qué revela este capítulo sobre la doctrina del infierno?

En Romanos 6:7 Pablo declara esta norma divina: “el que muere, queda absuelto de su pecado” (BNC); o como dice otra versión: “el que ha muerto ya no es deudor del pecado” (PER); es decir, a la vista de Dios, el pecado queda saldado con la muerte; por lo tanto, si con la muerte se paga la culpa del pecado ¿Cómo cabe imaginar que Dios aplique a alguien un segundo castigo infinitamente más severo por una culpa de la que ya fue absuelto?

Además, Pablo señala de forma inequívoca que las obras del pecado “conducen a la muerte”, y el servicio a Dios “conduce a la vida eterna”; o como dice al final: “la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna” (Romanos 6:20-23) El destino del pecador es sólo la muerte. No se dice nada que haga sugerir un castigo de sufrimiento eterno; algo inexplicable sobre todo porque se menciona la eternidad como premio en la vida de los justos, pero muy significativamente se omite al hablar del destino de los pecadores. En este largo pasaje incomprensiblemente el concepto del infierno tradicional brilla por su ausencia, por la sencilla razón de que era ajeno a la enseñanza del apóstol.


7) ¿Qué es el “fuego eterno”?

Las expresión “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” que aparece en algunos pasajes no se puede entender como un fuego literalmente eterno o inextinguible (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7) La evidencia bíblica para esta afirmación la tenemos en Judas 7 al decir que Sodoma y Gomorra sufrieron “el castigo del fuego eterno”; y es obvio que ese fuego se extinguió mucho antes de escribirse esas palabras; por tanto, “fuego eterno” tiene otro sentido.

El significado bíblico de “fuego eterno” se extrae del propio relato de Génesis, cuando dice que Dios “hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego”, “y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades” (Génesis 19:24-25); y de las palabras de Pedro, al mencionar que Dios “condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Los habitantes de Sodoma y Gomorra no fueron atormentados eternamente en un fuego eterno; sino que fueron destruidos por la acción del fuego; un fuego que se extinguió cuando todo quedó ‘reducido a cenizas’. Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas y desaparecieron para siempre. El fuego que las destruyó se extinguió, pero el efecto destructivo permaneció para siempre; es en ese sentido que fue un “fuego eterno.

Más información: ¿Qué es el “fuego eterno”?

8) El Gehena

Cuando Jesús habló del Gehena se refería a un lugar concreto de Jerusalén que por mucho tiempo se utilizaba como un gran basurero, donde el fuego destruía cualquier desperdicio, incluidos cadáveres de animales y criminales. En ese lugar nunca se arrojaban personas con vida para que fueran quemadas, por lo tanto no podía representar un lugar donde personas con vida fueran atormentadas.

En Mateo 10:28 Jesús revela el significado de sus referencias al Gehena. Ahí dice que es un lugar donde se puede destruir tanto el alma como el cuerpo. Esto da a entender que Jesús habló del Gehena en sentido metafórico para representar la destrucción completa de los inicuos, ya que ese era el efecto de lo que sucedía en aquel gran basurero; y así lo entendieron quienes le escucharon.

Más información: ¿Qué es el Gehena del que habló Jesús?

9) El lago de fuego y la muerte segunda

La expresión “lago de fuego” solo aparece en Apocalipsis, un libro muy característico por su abundante simbología. Así, “lago de fuego” no es un lugar literal, sino que representa lo que el mismo Apocalipsis denomina como “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14; 21:8). Los arrojados allí experimentarán una segunda muerte, y muerte es lo contrario de vida; lo que hace imposible que alguien esté vivo y sufra conscientemente.

La Biblia enseña que “la muerte segunda” corresponde a la destrucción del alma que dijo Jesús en Mateo 10:28, la muerte definitiva de aquellos que resulten condenados en el día del juicio (2 Pedro 2:9; Apocalipsis 20:11-15). Por lo tanto, en lo que concierne a la humanidad, el lago de fuego no transmite en absoluto la idea de sufrimiento eterno, sino que representa la muerte que conduce a la inexistencia eterna.


10) La parábola del rico y Lázaro

A veces se utiliza el relato bíblico del rico y Lázaro para probar la existencia de un lugar de tormento como destino de los inicuos. Pero cuando se examina detalladamente se hace evidente que estamos ante una parábola alegórica, un relato que utiliza personajes y sucesos irreales para enseñar una verdad espiritual. Jesús dirigió esta parábola expresamente a los fariseos (Lucas 16:13-15) únicamente para enseñarles que no debían confiar en sus riquezas, sino que la salvación estaba en obedecer la palabra de Dios expresada por Moisés y los profetas (Lucas 16:29).

A fin de transmitirles eficazmente esta enseñanza, Jesús se valió de las creencias supersticiosas que los mismos fariseos tenían sobre los muertos. Por eso, los elementos que conforman la parábola de ninguna forma pueden tomarse como reales, y mucho menos hacerlos servir como fundamento para una doctrina. Esto es especialmente así, cuando se tiene en cuenta que dichos elementos supersticiosos contradicen frontalmente la enseñanza que recorre toda la Biblia a través de más de 130 versículos, y que de forma inequívoca y literal señalan que el destino final de los inicuos no es el sufrimiento eterno, sino la inexistencia absoluta.

Más información: El rico y Lázaro






jueves, 10 de agosto de 2017

La recompensa de los justos y el castigo de los inicuos

Dios les dijo a los israelitas:
Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:15-19 RV60)

Dios puso a los israelitas a elegir entre dos opciones: la recompensa por obedecerle o el castigo por desobedecerle. En el caso de los que amaran a Dios y anduvieran en sus caminos y mandamientos, la recompensa sería la vida; pero a quienes se inclinaran y sirvieran a otros dioses, el castigo sería la muerte. Observamos que en un mismo pasaje, la palabra de Dios presenta un contraste entre el destino de los obedientes y los desobedientes, y comprobamos que el destino a los desobedientes no es un estado de tortura corporal eterna, sino simplemente la muerte. Si en realidad el infierno fuera el destino para los practicantes de graves pecados, y ya que Dios estaba avisando del resultado entre uno u otro derrotero ¿Por qué no les advirtió que serían castigados con arder eternamente en el fuego? Sencillamente porque la idea que transmite la doctrina del infierno nunca existió en la mente de Dios.

Si nos fijamos, este pasaje tiene la interesante peculiaridad de exponer a la vez tanto la recompensa a los justos como el castigo a los malhechores. Este es un enfoque bíblico muy significativo porque nos ayuda mucho a determinar la veracidad de la doctrina del infierno. Y no se trata de un pasaje aislado. Si buscamos en la Biblia todas las ocasiones donde aparece vida o vida eterna como recompensa en contraposición a un castigo, encontramos que hay un buen número de citas bíblicas. Es muy interesante examinar estos pasajes para descubrir en qué consiste el castigo de los inicuos en contraposición a la recompensa de la vida.
Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.” (Proverbios 11:19 RV60)
El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte.” (Proverbios 14:27 RV60)
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Daniel 12:2 RV60)
Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21:8 RV60)
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46 RV60)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16 BJ3)
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:36 RV60)
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a juicio, mas pasó de muerte a vida” (Juan 5:24 RV2)
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”(Juan 5:29 RV60)
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:28 RV60)
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan 12:25 RV60)
el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego” (Romanos 2:6-10 RV60)
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Romanos 5:21 RV60)
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23 RV60)
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2 RV60)
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” (Romanos 8:6 RV60)
a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:16 RV60)
Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” (Gálatas 6:8 BLS)
Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.” (1 Juan 5:16 RV60)
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.” (Mateo 18:9 RV60)
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado […] Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9:43, 45 RV60)

Como se aprecia, en la gran mayoría de las citas (concretamente 14) se establece la comparación entre la recompensa de la vida o la vida eterna con el castigo de la muerte. De las restantes citas, algunas definen el castigo como “vergüenza y confusión perpetua”, “castigo eterno”, “juicio”, “condenación e ira” y “enojo” (Daniel 12:2; Mateo 25:46; Juan 5:24, 29; Romanos 2:6-10); expresiones que son compatibles con el concepto de muerte o inexistencia; y solo hay dos (Mateo 18:9; Marcos 9:43, 45) que incluyen el concepto del infierno de fuego dentro de un lenguaje simbólico cuya explicación se considera en el artículo: ¿Qué es el “fuego eterno”?. Es muy obvio que cuando la Biblia contrasta la recompensa de los justos con el castigo de los inicuos lo hace en los términos de vida y muerte. Prácticamente en todos estos pasajes, el concepto o mención del infierno brilla por su ausencia, algo que sería del todo incompresible si la enseñanza del infierno fuera auténtica. 

Nuestro Padre celestial y Jesucristo se han preocupado de que la humanidad tenga clara conciencia de que el resultado de vivir en obediencia a Dios es la vida eterna; así se evidencia en multitud de pasajes bíblicos; pero en sobresaliente contraste, no hay ni un solo versículo donde aparezca la expresión “tortura eterna” o “sufrimiento eterno” como castigo a los desobedientes; incluso, en aquellos textos que pueden sugerir la doctrina del infierno, estos nunca se expresan de manera clara y explícita.

Jesucristo dijo que la mayoría de las personas van por el camino de la perdición (Mateo 7:13-14) Si la doctrina del infierno fuera cierta ¿Por qué la palabra de Dios es tan explícita y tan frecuente en la recompensa de vida eterna que Dios ha preparado a los pocos que se van a salvar, y en cambio no se expresa de igual modo sobre el presunto castigo infernal que recibirían la mayoría de las personas? La razón es sencilla: la doctrina del infierno no es bíblica, sólo existe en el ámbito de la tradición humana.





martes, 18 de julio de 2017

Los cristianos primitivos y el divorcio

En el cristianismo moderno hay una variedad de entendimientos sobre cuál debe ser la postura cristiana respecto al divorcio. En apoyo de una u otra posición, se han publicado numerosos libros y comentarios con más o menos grado de interés y acierto. Pero disponemos de unos comentarios que merecen poderosamente nuestro interés. Nos referimos a los comentarios de los cristianos primitivos. El interés de estos escritos no se puede exagerar si lo comparamos con los comentaristas actuales. 

Sus escritos registraron las creencias practicadas universalmente por los cristianos después de la muerte de los apóstoles. Esto es de mucha transcendencia porque nos revela el “curso de acción” de las primeras generaciones de cristianos en cuanto a sus ordenanzas y su aplicación de mandamientos bíblicos. Es decir, se trata de los comentarios cristianos más próximos en el tiempo a las enseñanzas originales de Jesucristo y, por esa razón, los más fiables.

También es muy importante fijarnos en la motivación que tenían al escribir. ¿Intentaban establecer enseñanzas que justificaran sus actos o preferencias doctrinales, como sucede con algunos comentaristas actuales? ¿O más bien los movía un interés genuino y sincero de transmitir la verdad de Cristo? Los escritores primitivos demostraron su honestidad e integridad de su fe, y esto lo vemos al acercarnos a sus vidas y constatar su disposición a renunciar a todo por Cristo; a sufrir encarcelamientos, torturas e incluso la muerte.

Veamos el testimonio de los cristianos primitivos sobre el divorcio y las segundas nupcias:

“Sobre la castidad, [Cristo] dijo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno (Mt 5:28-29). Y el que se casa con una divorciada de otro marido, comete adulterio (Mt 5:32) (...). Así, para nuestro Maestro, no sólo son pecadores los que contraen doble matrimonio conforme a la ley humana, sino también los que miran a una mujer para desearla. No sólo rechaza al que comete adulterio de hecho, sino también al que lo querría, pues ante Dios son patentes tanto las obras como los deseos. Entre nosotros hay muchos y muchas que, hechos discípulos de Cristo desde la niñez, permanecen incorruptos hasta los sesenta y los setenta años, y yo me glorío que los puedo mostrar de entre toda raza humana.” (Justino Mártir, 160 d.C.)

“Todos los que han estado casados en dos ocasiones por la ley humana, son pecadores a la vista de nuestro Maestro.” (Justino Mártir, 160 d.C.)

“…o hay que permanecer tal como uno nació, o hay que casarse una sola vez. El segundo matrimonio es un adulterio decente. Dice la Escritura: “el que deja a su mujer y se casa con otra, comete adulterio” (Mt 19:9; Mc 10:11), no permitiendo abandonar a aquella cuya virginidad uno deshizo, ni casarse de nuevo…” (Atenágoras, 177 d.C.)

“Que la escritura aconseja el matrimonio y no permite deshacerse de tal unión  expresamente está contenido en la ley, “No repudiarás a tu esposa, excepto por  causa de fornicación.” Esto se refiere a la fornicación del matrimonio del cónyuge separado mientras que el otro está vivo… El que toma una mujer  repudiada, comete adulterio.” (Clemente de Alejandría, 195 d.C.)

“Siendo un hereje, por su  misma naturaleza… mantiene matrimonios repetidos.” (Tertuliano, 197  d.C.)

“El Señor sostiene más agradable que el matrimonio no debería contraerse, que el que nada debe disolverse. En resumen, Él prohíbe el divorcio, excepto por causa de fornicación.” (Tertuliano, 205 d.C.)

“Cristo prohíbe el divorcio, diciendo: "El que repudia a su mujer y se casa, comete adulterio. Y cualquiera que se casa con una mujer repudiada por su marido también comete adulterio." Con el fin de prohibir el divorcio, Él declara ilegal casarse con una mujer que ha sido repudiada.” (Tertuliano, 205 d.C.)

Sostengo, pues, que había una condición en la prohibición que ahora hacía del divorcio: el caso en cuestión era que un hombre repartía a su esposa con el propósito expreso de casarse con otra... Es decir, la razón por la cual una mujer no debe ser despedida - para obtener otra esposa... Permanente es el matrimonio que no está bien disuelto. Por lo tanto, casarse mientras el matrimonio no se ha disuelto es cometer adulterio. Dado que, por lo tanto, su prohibición del divorcio era condicional, Él no lo prohibió absolutamente. Y lo que Él no prohibió en absoluto, e permitido en algunas ocasiones - cuando hay una ausencia de la causa por la que Él dio su prohibición. (Tertuliano, 207 d.C.)

“Lo que Dios juntó, no lo separe ningún hombre… ni magistrado ni ningún otro poder. Porque Dios, quien los juntó, es mayor en poder que todo lo demás que uno pudiera nombrar o aun imaginar.” (Orígenes, 225 d.C.)

“Ahora, contrario a lo que fue escrito, algunas de las reglas de la  iglesia han permitido a una mujer casarse mientras su esposo estaba vivo, obrando contrario a lo que estaba escrito: Una mujer casada está sujeta todo el  tiempo que su esposo viva.” (Orígenes, 245 d.C.)

“Una esposa no debe separarse de su esposo. O si se  separa, debe permanecer sin casarse.” (Cipriano, 250 d.C.)

“El que se casa con  una mujer divorciada es un adúltero.” (Lactancio, 304-313 d.C.)



¿Permite 1 Corintios 7:15 casarse de nuevo?

Algunos apuntan a 1 Corintios 7:15 para decir que los cristianos pueden divorciarse y casarse de nuevo en el caso de que su actual cónyuge sea incrédulo y este tome la iniciativa de separarse. Pero ¿Es correcta esa interpretación? ¿Qué mensaje transmite el versículo y su contexto?
"10 Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;
11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.
12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
15 Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.
16 Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?" (1 Corintios 7:10-16)
Aunque no se dice, es posible que los versículos 10 y 11 estén dirigidos a los matrimonios donde ambos son cristianos; pero aún siendo así, en modo alguno significa que los principios generales que contienen las palabras de Jesús en estos versículos no apliquen también a los matrimonios mixtos. Analicemos y comparemos el mandato del Señor (10-11) con lo que dice Pablo (12-16)

El Señor manda a los casados que no se separen de sus cónyuges, pero si aún así se separan se han de quedar sin casar (10-11). Pablo dice (no el Señor) a los cristianos que tienen cónyuges incrédulos que no lo abandonen (12-13), pero si el cónyuge incrédulo decide separarse, entonces quedan libres de sus responsabilidades matrimoniales y entran en una estado de mayor paz (15). Podemos pensar que Pablo habla bajo inspiración en lo que dice en todo este capítulo, pero si él mismo diferencia entre el mandato del Señor de lo que a continuación él opina, debemos entender que reconoce más autoridad a las palabras que el Señor le ha revelado, que a su propia opinión.

1.- En los versículos 10 al 16, el objetivo que persigue tanto el mandamiento Señor como la opinión de Pablo es la no separación de los cónyuges, describiendo los beneficios que ello comporta (14 y 16). Utilizar este pasaje para buscar un motivo para divorciarse y casarse de nuevo es justamente hacer lo contrario para lo cual se escribió.

2.- Justo entre los versículos 14 y 16 que describen los beneficios para no separarse del cónyuge incrédulo, está el versículo 15, que dice: “si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios” ¿Enseña este versículo que el cónyuge creyente está libre para casarse de nuevo? NO. Sólo dice que si el cónyuge incrédulo se separa el cónyuge creyente, este debe aceptar la separación. Que el cónyuge creyente acepte la separación de ningún modo significa que tiene libertad para casarse de nuevo, como muy bien se ejemplariza en las palabras del Señor del vers. 11 donde con la expresión “si se separa, quédese sin casar”, queda manifiesto que bajo el punto de vista de Dios la separación matrimonial no conlleva la libertad para casarse de nuevo.

3.- En los versículos 12 al 16 Pablo argumenta a favor de salvaguardar el matrimonio, no a romperlo. Sólo cuando el cónyuge incrédulo decide separarse, entonces el cónyuge creyente debe aceptar la separación y dejar de luchar por conservar el matrimonio ¿Con qué propósito? ¿Para casarse de nuevo? NO, sino para dejar de estar sujeto a la servidumbre que conlleva el matrimonio, alcanzando un estado de mayor paz. La misma razón que Pablo apunta va en contra de la idea de permitir un nuevo matrimonio ¿Cómo el cónyuge creyente va a experimentar esa paz si después decide sujetarse a la servidumbre de un nuevo matrimonio? Es evidente que Pablo no pensó en conceder al creyente la libertad para casarse de nuevo; primero, porque no lo dice, y segundo porque esa idea iría precisamente en contra de lo que sí dice; que es, estar libre de las responsabilidades del matrimonio.

4.- Si Pablo hubiera tenido la intención de declarar una nueva excepción para divorciarse y casarse de nuevo lo hubiera dicho con total claridad. Sería inverosímil que un aspecto tan importante lo dejara a la interpretación personal de cada uno; sobre todo, cuando se tiene en cuenta que en el versículo 39 dice: “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero SI SU MARIDO MURIERE, LIBRE ES PARA CASARSE”. Aquí está la única condición que Pablo menciona para casarse de nuevo. Se trata necesariamente de una declaración explícita que no deja lugar a dudas, algo de lo que carece por completo la interpretación que se hace del versículo 15 en el sentido de apoyar las segundas nupcias.

5.- Con el fin de explicar por qué en los evangelios Jesús no mencionó la separación del cónyuge incrédulo como causa de divorcio, se intenta razonar que Jesús solo se dirigió a los judíos, y no había necesidad de emitir nuevos mandamientos a pueblos con costumbres distintas a la que tenían los judíos. Pero ese razonamiento se desmota por completo al observar que Jesús SÍ QUE INTERVIENE activamente en instruir a TODA LA IGLESIA, como se demuestra en los versículos 10 y 11, donde a través de Pablo da mandamiento a todos los cristianos, tanto judíos como gentiles, que en caso de separarse se queden sin casar. Por lo tanto, si Jesús señaló la fornicación como única causa de divorcio (Mateo 5:32; 19:9) se debe precisamente a que esa es la ÚNICA causa de divorcio cristiano que él ha establecido para sus seguidores.




viernes, 7 de julio de 2017

¿Creía Pablo en el infierno tradicional?

En el capítulo 6 de su carta a los romanos, Pablo contrasta la esclavitud al pecado con la obediencia a la justicia. En este capítulo se hacen continuas referencias a las consecuencias de uno y otro proceder, y cobra especial interés saber qué dice sobre el destino de los que se conducen por el pecado. Consideremos varios pasajes:
Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado.”  (Romanos 6:6-7) 
Es muy interesante la norma divina: “el que muere queda liberado del pecado”; o como dice la traducción Nacar Colunga: “el que muere, queda absuelto de su pecado”. Si los inicuos cuando mueren quedan liberados del pecado. ¿Cómo es posible que después de morir, reciban otro castigo infinitamente más severo, por una culpa de la que ya han sido absueltos con la muerte?
“¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia.” (Romanos 6:16) 
Quien es esclavo del pecado es llevado a la muerte, no a un castigo de sufrimiento eterno.
Cuando ustedes eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la justicia. ¿Qué fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a la muerte! Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.” (Romanos 6:20-22) 
El fruto del pecado es vergonzoso y conduce a la muerte; el fruto de la justicia es la santidad y conduce a la vida eterna. Aquí hace una comparación de las consecuencias por seguir tras el pecado, o seguir tras la justicia. El resultado del pecado es la muerte, el resultado de la justicia es la vida eterna. Se menciona el concepto de eternidad, pero solo se aplica a los que siguen tras la justicia, no a quienes siguen tras el pecado. Para estos solo se menciona el concepto de muerte, no un estado de sufrimiento consciente y eterno.
Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Romanos 6:23) 
Aquí se resume el contraste de ambos resultados; pero además introduce un matiz interesante: La muerte es la paga del pecado; es decir, es la retribución justa que corresponde a quienes siguen tras el pecado. En cambio, la vida eterna no se ofrece como una retribución justa, sino como una dádiva o regalo que Dios da a quienes siguen tras la justicia.

Fijémonos bien: la vida eterna es el regalo para los justos, pero lo contrario de la vida, que es la muerte, es el destino de los pecadores. Si el infierno de sufrimiento eterno fuera una realidad, no se entendería que no se mencionara en este capítulo, y en concreto en este versículo, donde se introduce el concepto de la eternidad como la dádiva de Dios.

Por lo tanto, la lectura de este capítulo lleva a estas conclusiones:

No se hace ninguna mención de algo parecido a un castigo de sufrimiento eterno. En las cuatro ocasiones que señala el resultado del pecado, en todas ellas indistintamente se habla de muerte sin más.

Si Pablo hubiera sabido y creído en el concepto del infierno tradicional, sería inevitable que lo mencionara en este capítulo que habla de dos tipos de destino, el de pecadores y el de justos. El hecho de que no lo haga es evidencia de que esa enseñanza no existía en la mente del apóstol.

Y la norma de que “el que muere queda liberado del pecado”, deja sin ningún sentido la existencia del sufrimiento eterno como un segundo castigo por la misma culpa que ya ha sido absuelta.

Por lo tanto, a la luz de este pasaje queda excluida la idea del infierno tradicional de sufrimiento eterno.






sábado, 10 de junio de 2017

¿Qué dice la Biblia sobre el divorcio y el recasamiento?

En las sociedades occidentales, cada vez es más frecuente la práctica del divorcio, hasta el punto que para muchos es la consecuencia “natural” del matrimonio. Esto es así incluso para los que profesan la fe cristiana. Por eso, los cristianos que tomamos en serio la opinión de Dios, debemos preguntarnos: ¿Qué dice la palabra de Dios sobre este asunto? ¿Hay alguna causa para el divorcio? ¿Qué significa “por causa de fornicación”?

Después que Dios estableciera el primer matrimonio entre el hombre y la mujer, declaró: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24) Nótese que en este momento, la primera pareja humana tenía la vida eterna por delante, y con esta perspectiva, se estableció que serían una sola carne, una situación donde el divorcio era totalmente ajeno. Mucho tiempo después, ante una pregunta de los fariseos, Jesús hizo referencia a las palabras de Génesis, al decir:

¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mateo 19:4-5) y a continuación añadió lo siguiente: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mateo 19:6) Aquí Jesús declara que el matrimonio es una unión establecida por Dios, y por lo tanto, una unión sagrada, que nadie tiene el derecho de deshacer.


La importancia de permanecer en la unión matrimonial también se aprecia en esta declaración bíblica: “Presten atención, pues, a su espíritu; no seas desleal con la mujer de tu juventud. Porque YO DETESTO EL DIVORCIO, dice el Señor, Dios de Israel, y al que cubre de iniquidad su vestidura, dice el Señor de los ejércitos. Presten atención, pues, a su espíritu y no sean desleales.” (Malaquías 2:15-16) Así, para Dios el divorcio es un acto grave de deslealtad; por lo tanto, algo que evitar si queremos agradar a Dios.

A pesar de lo anterior, Jesucristo declaró un ÚNICO motivo para obtener el divorcio: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo POR CAUSA DE FORNICACIÓN, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mateo 19:9) Solamente la fornicación del otro cónyuge permite a un cristiano tomar la decisión voluntaria de divorciarse y sentirse libre para casarse de nuevo. (Para una discusión detallada ver artículo: “por causa de fornicación”)

si se separa, quédese sin casar

La imposibilidad del divorcio por otras causas que no sea fornicación, queda reforzada en este mandato del Señor transmitido por Pablo: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer” (1 Corintios 7:10-11) El Señor dice que la mujer o el marido no se separe de su cónyuge; pero si, quizá por causas mayores decidiera separarse, el mandato de Jesús es claro: “quédese sin casar”, porque de casarse con otra persona estaría viviendo en adulterio. Notemos que no concede otra opción, porque si a alguien separado se le hace difícil permanecer sin una relación marital, no le queda otra opción que reconciliarse con el cónyuge.

si el incrédulo se separa, sepárese

Algunos señalan a 1 Corintios 7:15 para establecer que los cristianos pueden divorciarse y casarse de nuevo siempre que su actual cónyuge sea incrédulo y este tome la iniciativa de separarse. Pero al leer todo el pasaje se percibe con claridad que, lejos de querer proporcionar una excusa al divorcio, su propósito es que los cristianos se mantengan unidos en sus matrimonios. (Para una discusión detallada ver el artículo: “¿Permite 1 Corintios 7:15 casarse de nuevo?”)

si te casas no pecas

A veces se argumenta que cuando en 1 Corintios 7:27-28 Pablo dice: “¿Estás libre de mujer? No procures casarte. Mas también si te casas, no pecas”, se trata de una autorización para casarse de nuevo a los que están divorciados. Pero el contexto de ese mismo capítulo ofrece varias razones para concluir que Pablo se estaba refiriendo a personas solteras, no a divorciados. (Para una discusión detallada ver el artículo: “¿Qué dice 1 Corintios 7:27-28 sobre el divorcio?”)

El divorcio entre los cristianos primitivos

Entre los cristianos de hoy día existe una gran variedad de puntos de vista sobre cuál debe ser la postura cristiana respecto al divorcio y las segundas nupcias. Pero afortunadamente disponemos de unos testimonios que merecen poderosamente nuestro interés. Son los escritos de los cristianos primitivos, donde se registraron las creencias practicadas por los cristianos después de la muerte de los apóstoles, y donde se manifiesta el “curso de acción” de las primeras generaciones de cristianos en cuanto a sus ordenanzas y su aplicación de mandamientos bíblicos. Son por tanto, los comentarios cristianos más próximos en el tiempo a las enseñanzas originales de Jesucristo, y por eso, los más fiables para conocer el entendimiento correcto sobre el divorcio y las segundas nupcias.

Al leer estos escritos notamos que todos son unánimes en interpretar que Cristo prohíbe y condena un segundo matrimonio. A quienes se casan por segunda vez se les califica de adúlteros, e incluso herejes. A la mujer se le dice que no se separe de su esposo, y si lo hace, debe permanecer sin casarse. Y quienes se casan con una mujer divorciada comete adulterio. (Para ver los testimonios ver artículo: “Los cristianos primitivos y el divorcio”)