Dios creó al primer hombre Adán “a imagen suya, a imagen de Dios lo creó” (Génesis 1:27) Eso significa que Adán tenía la capacidad real de conformar su alma, espíritu, mente y voluntad, con Dios. También quiere decir, que a diferencia de los animales Adán fue creado con libre albedrío; es decir, la facultad inherente de ser persona única con sus propias emociones y sentimientos, junto con la libertad de tomar y ejercer sus propias decisiones. De este modo, Adán fue un nuevo hijo de Dios, y como padre con su hijo, Dios quiso deleitarse y regocijarse en él.
Cuando la Biblia relata cómo Dios creó al primer hombre y la primera mujer, concluye de este modo: “Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera” (Génesis 1:31 RVR95) Estas palabras deben decirnos mucho sobre cómo es Dios. Desde el punto de vista intelectual y científico, la creación del hombre es la obra cumbre de Dios en lo referente a la tierra. Ninguna creación terrestre se iguala a la del hombre. Tan solo al cerebro humano se le considera como el objeto más complejo y misterioso que existe en el universo conocido ¡Y estas son conclusiones emitidas por cerebros humanos! ¿Cómo calificar la capacidad mental y creativa de Quien lo ha creado? Difícil de expresarlo mejor que David cuando dijo a Dios: “Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14 LBLA)
Aprendemos aspectos de Dios como persona cuando observamos que no se limitó a crear al primer hombre, sino que lo acomodó en un entorno paradisíaco y después plantó “todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer” (Génesis 2:8-9 RVR95) Llama la atención que originalmente Dios no incluyó la carne en la dieta del hombres ni de las demás criaturas terrestres. El alimento provenía de plantas verdes o de árboles frutales, por lo que no existían animales depredadores con el instinto de matar y comer otros animales (Génesis 1:29-31) Dios hizo que el principio de su creación terrestre fuera armoniosa y libre de cualquier violencia.
Dios también le dio a Adán un excelente trabajo: cuidar el jardín de Edén (Génesis 2:15), obviamente no porque necesitara sus servicios, sino para que tuviera una ocupación que le ayudara a sentirse felizmente realizado. Incluso hoy en día la jardinería está considerada entre las primeras profesiones más gratificantes que existen. Factores como el contacto con la naturaleza y conseguir aportar belleza y sosiego hacen que los jardineros presenten índices de satisfacción muy altos en comparación con otras profesiones (PIJAMASURF - 06/14/2015)
Después dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18) Y de esta manera Dios “le consiguió” esposa a Adán. Ahora estaría en compañía con alguien de su mismo género, con quien podía compartir todo tipo de vivencias e impresiones, que le sirviera de estímulo y de ayuda en cualquier proyecto o tarea. Y aún más: con la expectativa de engendrar y cuidar sus propios hijos ¡Todo esto era nuevo y maravilloso!
Bien, el punto es que todo lo que Adán y Eva eran, recibieron y experimentaron no les vino por casualidad. Todo fue gracias a la voluntad amorosa de Dios, su Creador y Padre celestial. Verdaderamente Dios quiso lo mejor para sus hijos terrestres.
Dado que el hombre fue creado con libertad para ejercer su propia voluntad, Dios exigió del hombre lo que con todo derecho exige a todas sus criaturas inteligentes: reconocimiento y sumisión a Su legítima autoridad. Por ello estableció para Adán una sencilla prueba de obediencia al ordenarle que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal “porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17) El mandato tenía una gran transcendencia, no obedecerlo significaba la muerte.
En este escenario aparece una astuta serpiente, que la Biblia identifica como Diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9; 20:2) Dijo a Eva que si comían del árbol no morirían, sino que serían como Dios. Eva se dejó engañar, y después de convencer a Adán, ambos desobedecieron a Dios al comer del fruto prohibido. Enseguida empezaron a experimentar las trágicas consecuencias de su desobediencia. Al decidir pecar contra Dios perdieron la inocencia que antes tenían. Romper su relación con Dios hizo que descubrieran la inquietud y exasperación del espíritu. Solo entonces se dieron cuentan de su desnudez; y cuando Dios les pidió explicaciones quisieron excusarse culpando a otro de su terrible acto. Esto significó el principio de su deterioro físico y moral (Génesis 3:1-19)
¿Qué ocurrió para que actuaran de forma tan insensata? Adán y Eva olvidaron su condición de simples criaturas de Dios a quien, como su Hacedor, debían genuino aprecio y reconocimiento por el don inestimable de la vida. Tampoco sintieron debido agradecimiento por lo que Dios les transmitía: experimentar amor puro y sincero, paz inalterable y el disfrute pleno de la vida. Todo esto lo cambiaron por una estúpida y egoísta ambición personal, despreciando lo auténtico y valioso y prefiriendo lo falso y vano. De este modo fueron excluidos de la comunión con Dios, despojados de Su imagen, y finalmente de la vida. Nunca olvidemos que somos simples criaturas y que Dios, como Soberano Universal, tiene todo el derecho de esperar de nosotros el debido reconocimiento y sumisión a Su legítima autoridad.
Aquí aprendemos también que Dios es veraz y cumple lo que dice (Romanos 3:4) Le dio al hombre una orden muy explícita en advertirle de lo que sucedería en caso de desobedecer: “ciertamente morirás” (Génesis 2:18) El diablo en su papel de serpiente le dijo a Eva justo lo contrario: “No moriréis” (Génesis 3:4) Adán y Eva desobedecieron y murieron, demostrándose la veracidad de Dios y la falsedad del diablo. La verdad y la bondad van de la mano, y esto es indudable en Dios cuando consideramos sus tratos con Adán y Eva.