lunes, 26 de octubre de 2020

¿Qué decir de "la doctrina correcta"?

Un problema con el que tuve que luchar cuando empecé a asociarme con una iglesia fue el desacuerdo en cuestiones doctrinales. Crecí creyendo que la unidad cristiana significaba acuerdo en la mayoría de esos asuntos: "Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os pongáis de acuerdo unos con otros para que no haya divisiones entre vosotros y para que estéis perfectamente unidos en mente y pensamiento", escribió Pablo. (1 Cor 1:10) Sin embargo, es común que las personas que se dicen cristianas no estén de acuerdo en las interpretaciones o incluso en las doctrinas que son importantes. Por mis antecedentes, encontré desconcertante que no pareciera haber ningún "estándar" para interpretar la Biblia. Estaba acostumbrado a tener un órgano rector autorizado que actuaba como fuente y defensor del conjunto de interpretaciones y prácticas bíblicas exclusivas de mi denominación. Aunque estaba convencido que el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová no hablaba en nombre de Dios, todavía sentía que debería haber más acuerdo entre los verdaderos cristianos sobre el significado de ciertos pasajes de las Escrituras.

Una vez más, descubrí que mis expectativas no se basaban en la situación real de los primeros cristianos. Su principal fuente de unidad era su aceptación común de Jesús como Mesías y su determinación de seguirlo obedeciendo sus mandamientos. Los cristianos estaban completamente de acuerdo en su comprensión de las profecías hebreas que identificaban a Jesús como su Mesías ¿Por qué? Porque el mismo Jesús las explicó. Poco después de resucitar, Jesús se encontró con dos discípulos desorientados en el camino a Emaús. "Comenzando con Moisés y todos los profetas, les explicó lo que se decía en todas las Escrituras sobre él" (Lucas 24:27) Esa, entonces, era la interpretación "oficial" cristiana de las Escrituras Hebreas. No había necesidad de aclarar o interpretar estos asuntos. Los apóstoles y otros discípulos transmitieron lo que habían aprendido de Jesús completa y correctamente. Las congregaciones del primer siglo se formaron y florecieron sin ninguna dirección humana centralizada, incluyendo los apóstoles. 

Cuando Pablo y Bernabé fueron comisionados para comenzar su trabajo misionero por los creyentes de su congregación local en Antioquía (bajo dirección divina), ninguna otra congregación, incluyendo la de Jerusalén, estaba involucrada o incluso informada (Hechos 13:2-3). Las cartas que ahora forman parte de las Escrituras Griegas se enviaron a congregaciones individuales o a creyentes de una región en particular. No se distribuyeron extensamente hasta más tarde. Pero había otra razón por la que los primeros cristianos no insistían en la uniformidad en asuntos de poca importancia.

Los primeros cristianos tendían a permitir un margen bastante amplio en cuanto a las diferencias de opinión sobre muchos asuntos teológicos. Por supuesto, algunos judíos eran dogmáticos (vienen a la mente las opiniones de fariseos y saduceos sobre la resurrección). Pero el deseo de formular interpretaciones "exactas" o "aprobadas", y usarlas como base para decidir quiénes eran y quiénes no eran verdaderos discípulos no era típico de los primeros cristianos.

La voluntad de centrarse en el comportamiento correcto y evitar ser dogmático en cuestiones de especulación teológica es aún más evidente en los escritos de los cristianos gentiles de los siglos segundo y tercero. Sin embargo, el dogmatismo en estos asuntos fue finalmente introducido en el pensamiento y los escritos de los cristianos. La tendencia a formular y utilizar opiniones "aprobadas" como base para decidir quién era y quién no era cristiano aumentó enormemente en el siglo IV, especialmente después de que la pertenencia a la iglesia cristiana se asociara más estrechamente con la ciudadanía romana. Los "herejes" eran vistos como enemigos del estado y la conformidad forzada con los dogmas se hizo mucho más común entre las personas que se declaraban cristianas. A lo largo de los siglos, la iglesia se ha alejado cada vez más de la simple teología de los apóstoles y su énfasis en una vida virtuosa resultante de la unión con Cristo.

Siglos más tarde, los reformadores hicieron la Biblia mucho más accesible para muchos creyentes. Pero a veces eran incluso más dogmáticos que los católicos romanos. En lugar de volver al simple cristianismo apostólico, su solución al desacuerdo teológico resultó en la separación del cuerpo principal (aunque corrupto) de cristianos y en la formación de denominaciones completamente nuevas. Desde entonces los cristianos se han dividido una y otra vez, formando muchos miles de denominaciones. El dogmatismo teológico ha dividido más que unificado a los creyentes, ya que la espada del dogmatismo corta en ambos sentidos: puede hacer que quienes sostienen opiniones "aprobadas" excluyan a quienes no las tienen, y puede impedir que quienes rechazan las opiniones "aprobadas" se asocien con quienes las aceptan.

Recientemente, me di cuenta de que hay una gran cantidad de información disponible sobre las creencias y el modo de vida de los primeros cristianos. Dado que a veces entra en conflicto con las creencias y prácticas de las denominaciones religiosas populares, la información no ha alcanzado una amplia distribución, y relativamente pocas personas saben siquiera de su existencia. Menos aún tratan de vivir en base a lo que esta evidencia señala. Pero es una excelente fuente de orientación en cuanto a las doctrinas y prácticas de la congregación apostólica del primer siglo, facilitándonos la visión de lo que fue original y lo que se añadió posteriormente [1].

Si asiste a casi cualquier iglesia, la mayoría de sus miembros probablemente aceptan algunas doctrinas o prácticas adoptadas o establecidas mucho después del período apostólico. Además, los que sostienen esas opiniones teológicas no suelen estar dispuestos a renunciar a ellas fácilmente. Pero eso no significa que no se pueda encontrar compañerismo entre esas personas, o que no sean cristianas.

En los días de los apóstoles, los fariseos que se hicieron creyentes se llamaban a sí mismos fariseos, a pesar de las conocidas condenas de Jesús a algunos de ellos. También parece que conservaron al menos parte de su enfoque de las cosas (Hechos 15:5) Así que tenemos el precedente apostólico para permitir que personas con diferentes puntos de vista decidan por sí mismas sobre las interpretaciones de asuntos no esenciales (Tito 3:9) Tal vez con el tiempo cambien de opinión, tal vez no. Pero es bueno no juzgar a los demás con demasiada dureza, ya que usted también podría rechazar enseñanzas que en el pasado creyó sinceramente.

Muchos conceptos teológicos se basan en opiniones sobre cuestiones metafísicas que no se revelan claramente en las Escrituras. Otros conceptos dependen en gran medida del significado de ciertas palabras. En lugar de dedicar tiempo en discusiones teológicas o tratar de conseguir argumentos, hacemos bien en seguir el ejemplo de los apóstoles y mantener nuestra atención en vivir como Dios quiere que vivamos, obedeciendo los mandamientos de Cristo que se expresan como los frutos del Espíritu de Dios, en la santidad y el servicio desinteresado a los demás.

Pocas, si es que hay alguna, de las doctrinas ampliamente aceptadas y enseñadas en las iglesias cristianas contradicen los dos grandes mandamientos de amar a Dios y al prójimo. En realidad, si alguna parte de la Biblia es interpretada y enseñada de manera que su impacto en nuestra vida contradice la voluntad expresada por Dios en relación con nuestra conducta, esta interpretación es necesariamente errónea, por más lógica que parezca.

El simple hecho es que la mayoría de las cuestiones teológicas son en gran medida irrelevantes para la vida cotidiana de los cristianos. Si usted está decidido a obedecer los mandamientos de Jesús acerca de atender las necesidades de los demás y vivir una vida moral recta, es probable que encuentre que su vida es plena y satisfactoria, y no tendrá necesidad de dedicar tiempo a tratar de resolver lo correcto o incorrecto de las convicciones teológicas sostenidas por otros, o a tratar de convertirlas a toda costa a su punto de vista personal.

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[1] NT: En el artículo original (en inglés), el autor recomienda las siguientes obras como referencia: Will the Real Heretics Please Stand Up – A New Look at Today’s Evangelical Church in the Light of Early Christianity (1989) [En español se puede localizar bajo el título: "Cuando el cristianismo era nuevo – Un examen a la iglesia evangélica actual a la luz del cristianismo primitivo"] y Common Sense - A New Approach to Understanding Scripture (1992) [En español se puede localizar bajo el título: "Los primeros cristianos y sus escritos"] Ambos libros son de David W. Bercot (Scroll Publishing, Tyler Texas - USA).

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Thomas W. Cabeen

Traducción del artículo O Que Dizer da "Doutrina Correta"? (en Mentes Bereanas) y publicado aquí con permiso.




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